El reino de Dios es lo principal y no se centra en asuntos externos, sino en nuestra relación con Dios y con los demás.
Pablo está diciendo: "Mantén lo principal como lo principal". Nos da esta advertencia porque... es fácil concentrarse en asuntos externos y descuidar lo principal.
En la época de Jesús, los fariseos son un ejemplo clásico de enfocarse en asuntos secundarios y perder lo principal.