Si contristas al Espíritu Santo al pecar, sufrirás ciertas consecuencias.
Nuevamente, es vital recordar que estas consecuencias siempre provienen del amor del Espíritu, no porque Él sea malo o quiera quitarte la diversión. Muy por el contrario, la alegría verdadera y duradera sólo se encuentra en la santidad verdadera y duradera.