Su vida, tan tremendamente dura como la de su madre, Laura Bonaparte –una de las fundadoras de Madres de Plaza de Mayo-, está atravesada por la tragedia que perpetró la dictadura cívico militar, en su caso, con sus padres, tres hermanos desaparecidos, sus cuñadas y cuñado. Tremendo. Su militancia lo empujó a exiliarse en México, donde padeció la lejanía de sus afectos y de sus luchas pero le permitió solventarse con el oficio que se asentó para siempre en su entrañas. Ya lo había cultivado en medios sindicales y en la agencia Prensa Latina. Siempre con su idea del periodismo contra-agenda. Con su admirado Rodolfo Walsh como espejo.