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"Luis Garavito (La Bestia)" M.D.K. , Into The Pussymorgue , Goregrind


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f Beth Thomas¡
Garavito, el monstruo que asesinó a 172 niños.
jimbodiego
December 2 2010
14
Garavito, el monstruo que asesinó a 172 niños.
Uno de los asesinos en serie más prolíficos del mundo y que aún sigue vivo.
“Personalmente pienso como decía el apóstol San Pablo en ‘Romanos’, capítulo 7, versículo 15, porque lo que hago, no lo entiendo; pues no hago lo que quiero, sino lo que aborrezco, eso hago. Aparezco como un ser diabólico, despiadado y malvado pero eso no es así, soy un ser humano que sufrí terriblemente y sigo sufriendo…” Luis Alfredo Garavito en su confesión.
Luis Alfredo Garavito Cubillos nació en Génova, Quindío (Colombia), el 25 de enero de 1957. Es el mayor de siete hermanos y durante su infancia vivió la falta de afecto y el maltrato físico por parte de su padre. Según su testimonio fue víctima de abusos sexuales por dos vecinos.
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Se convirtió en un chico retraído, taciturno, profundamente infeliz, que tenía explosiones violentas. Vivía en Génova, un pueblo de praderas verdes y cafetales, en el departamento del Quindío en Colombia. Estudió hasta quinto grado de primaria y un día se marchó. Nada se sabe de su familia, tan sólo de un primo que le facilitó una buena coartada en alguna ocasión
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Tuvo varios trabajos, generalmente en almacenes como vendedor. Hasta principios de los noventa intentó llevar una vida normal. Pero ya era alcohólico y tenía accesos de ira que le movían a golpear a sus compañeros y a enfrentarse con sus jefes.
Cuando rondaba los treinta y cinco años, decidió someterse a tratamiento psiquiátrico en el Seguro Social. Lo recibió durante cinco años y si bien no le ayudó a corregirse, el certificado médico de tratamiento le sirvió varias veces para impedir que le despidieran por violento.
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Cada día su comportamiento era menos sociable y le resultaba imposible mantener un empleo formal. A mediados de los noventa comenzó a recorrer el país como vendedor ambulante. Vendía estampas religiosas con la imagen del Papa Juan Pablo II y del Niño del 20 de Julio, uno de los más venerados en Colombia.
En esos años dejó un reguero de telegramas a sus mujeres y a algunos amigos. Eran mensajes cortos, sobre la fecha en que llegaría a algún sitio o indicando que se encontraba bien. De vez en cuando volvía a su casa. Con las dos mujeres con las que convivió mantenía una relación compleja, como marido y protector, pero nunca como amante.
A Garavito le gustaban los niños y era muy cariñoso con ellos. Pero al alcoholizarse su violencia afloraba y se convertía en un monstruo. Golpeaba a las dos mujeres con las que convivió en diferentes momentos, pero, curiosamente, nunca le pegó a los dos hijos que cada una de ellas tenía, y que eran fruto de otras relaciones.
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Sobre eso, Garavito alguna vez escribió:
“Siempre desde niño tuve muchas frustraciones, todo me salía mal, yo fui un hombre bueno, sufría y me daba mucho dolor cuando los demás sufrían. Había algo que me acontecía, no sé, que repasaba era algo extraño que me obligaba a ser esto y embriagarme y cuando volvía a mi estado normal yo sufría terriblemente porque yo a nadie le podía contar qué era lo que me pasaba, que era algo extraño y terrible; mas nunca me metí con los hijos de mis amigos y de la gente que era buena conmigo, yo los respetaba, antes los aconsejaba al bien, los veía como si fueran mis propios hijos, mas la señora que compartió el techo conmigo al hijo de ella yo lo quería como si fuese un hijo mío, nunca lo irrespeté ni con mi pensamiento”.
Llegó a recorrer cinco veces todo el país, viajaba sin rumbo fijo. Visitó sesenta y nueve municipios, en treinta y tres de los cuáles cometería sus crímenes. Llegó a inventar dos Fundaciones, una para ancianos y otra para menores, que le permitían dar charlas en escuelas y en otros lugares en donde podía estar cerca de niños.
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Juan Andrés Gonzalez, una de las victimas.
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También empezó su afición por los disfraces. En repetidas ocasiones se hizo pasar por vendedor ambulante, monje, indigente, discapacitado y representante de fundaciones ficticias en favor de niños y ancianos. Usaba además sobrenombres y alias; era conocido como “Alfredo Salazar”, “El Loco”, “Tribilín”, “Conflicto” y “El Cura”. A lo largo de su vida, el aspecto físico de Garavito fue siempre cambiante.
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En 1992 inició su carrera criminal. Su modus operandi era siempre el mismo. Primero recorría el lugar e identificaba su objetivo. Escogía campesinos, escolares, trabajadores. Le gustaba que fueran agradables físicamente. Garavito abordaba a los niños que llamaban su atención en parques infantiles, canchas deportivas, terminales de autobuses, mercados y barrios marginales.
Sus objetivos eran chicos de entre seis y dieciséis años, de bajo nivel socioeconómico. Tras entablar conversación con ellos, les ofrecía dinero y los invitaba a caminar. Cuando los niños se cansaban, Garavito se bebía una botella de alguna bebida alcohólica, casi siempre brandy, y una vez alcoholizado, atacaba a los niños en sitios despoblados.
Primero los amarraba; una vez hecho esto, se dedicaba a golpearlos: les pateaba el estómago, el pecho, la espalda y la cara; les rompía las manos a pisotones; les daba puñetazos en los riñones; y les saltaba encima para romperles las costillas. Luego sacaba un cuchillo y un desatornillador, y los mutilaba. Amputaba dedos y manos, sacaba ojos, cercenaba orejas. A otros, además, los violaba. Una vez terminado el tratamiento, los degollaba con un cuchillo.
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Cuchillo y destornillador utilizados por Garavito en sus crimenes.
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Luego sacaba una libreta y anotaba: fecha, lugar y rayitas; una raya por cada niño muerto. En su casa, que ya sólo utilizaba de guarida, escondía los recortes de periódicos que hablaban de los niños que desaparecían, las pesquisas policiales que nunca lograban desvelar lo ocurrido y el drama de las familias. También un calendario de pared o almanaque, donde iba señalando las fechas de sus crímenes.
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Libreta y almanaque donde Garavito anotaba sus crímenes.
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Garavito fue sumando cadáveres. Tan sólo en 1997, la policía encontró treinta y seis cadáveres putrefactos de niños en las afueras de la ciudad de Pereira. Sólo en ese momento se abrió una investigación. Las explicaciones policiales indicaban varias líneas: sectas satánicas, tráfico de órganos y prostitución infantil. Unas de sus víctimas fueron los gemelos Tascón, a quienes torturó, violó y asesinó juntos, de la misma manera.
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Los gemelos Tascón.
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El 23 de junio de 1998 aparecieron tres cadáveres más en Génova. Durante la investigación y por casualidad, se supo que en otra zona del país se había enviado una orden de captura contra Luis Alfredo Garavito Cubillos, por la violación y muerte de un niño a quién le había cortado la cabeza y cercenado el pene, que luego introdujo en la boca del cadáver.
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Didier Alexis, otra de las víctimas.
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Meses después, se descubrieron doce osamentas de niños a las afueras de Villavicencio; uno de ellos había sido decapitado. Días más tarde se encontraron nuevos cuerpos: pertenecían a nueve niños, de edades comprendidas entre los siete y los dieciséis años.
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El 22 de abril de 1999, en la plaza Centauros de Villavicencio, Garavito se dirigió a un chico llamado John Iván. Cuando estuvo cerca de él, le mostró un cuchillo, obligándolo a subir con él a un taxi. Siguiendo sus órdenes, el niño hizo el trayecto en el taxi en completo silencio, hasta llegar a las afueras de la ciudad. Se apearon en un lugar despoblado y solitario.
Garavito llevó al niño detrás de una alambrada; obligó a John Iván a quitarse la ropa, lo ató y lo hizo caminar hasta que el cansancio no le permitió continuar. Entonces intentó violarlo, pero en ese momento se le desató el nudo del pañuelo que cubría su boca y comenzó a gritar. Otro niño que escucho los gritos de John Iván se acercó para ayudarlo. Garavito, al ser descubierto, desató a John Iván para ir a esconderse en el bosque, pero esté consiguió escapar. Los dos niños corrieron y consiguieron huir. Otro niño que consiguió salvarse después de ser agredido sexualmente por Garavito fue Brand Fernery Bernal. Los testimonios de John Iván y de Brand Fernery serían claves para la condena de Garavito.
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Brand Fernery Bernal (sobreviviente)
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El 24 de junio de 1998, los cuerpos de tres niños de nueve, doce y trece años fueron hallados sin vida en la finca La Merced, en Génova (Quindío), con evidentes signos de tortura y desmembración de las extremidades. Los menores fueron vistos por última vez cinco días antes en el parque central del municipio, en compañía de un adulto, quien al parecer les ofreció dinero para que lo ayudaran a buscar una res en las fincas cercanas a Génova.
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Este caso inició una alarmante ola de desapariciones de niños en más de once departamentos de Colombia. A raíz de ello, se creó una Comisión Especial de Investigadores de la Fiscalía General de la Nación.
En un comienzo se orientó la investigación hacia la prostitución infantil, el satanismo, el tráfico de órganos y la pedofilia.
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Con base en un cruce de información entre la policía de Tunja, Armenia y Pereira, se logró establecer que los casos de desaparición de menores en esas ciudades guardaban similitud, ante lo que se conformó un álbum con fotografías de veinticinco posibles sospechosos.
Asesinatos similares ocurrieron en los departamentos del Meta, Cundinamarca, Antioquia, Quindío, Caldas, Valle del Cauca, Huila, Cauca, Caquetá y Nariño. En julio de 1999 se celebró una reunión cumbre en Pereira, con todos los investigadores, fiscales y equipos científicos comprometidos con cada uno de los casos. En la mayoría de las escenas de los crímenes de niños se hallaron elementos comunes: fibras sintéticas de ataduras, bolsas plásticas, botellas y tapas de bebidas alcohólicas.
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El hallazgo de las osamentas, en su mayoría completamente deterioradas y fragmentadas, complicó las labores de identificación de las víctimas y exigió un cotejo genético que proporcionara resultados exactos. En ocasiones, sólo se encontraban un fémur, un cráneo, o huesos mezclados pertenecientes a distintos cuerpos humanos en el lugar donde Garavito enterró a sus víctimas.
La primera tarea del entonces recién creado Laboratorio de Genética Forense de la Fiscalía General de la Nación, fue la de realizar un estudio de identificación especializada, con base en muestras de sangre y restos óseos, de las supuestas víctimas de Luis Alfredo Garavito. El Laboratorio inició sus labores en 1999, precisamente a raíz del caso Garavito. Gracias al cotejo genético se logró la identificación de algunas víctimas: Juan David Marín Vélez, su hermano Jeison David Vélez, Carlos Andrés Zapata Giraldo, Jairo Andrés Marulanda, Oscar Adrián Grisales y Jonnatan Quirama Uchima
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Otros noventa y tres niños han sido identificados por el Instituto de Medicina Legal y Ciencias Forenses, mientras que ochenta y dos cuerpos permanecen como “No identificados”.
Mediante el cruce de información entre los diferentes equipos investigativos, se estableció que una de las fotografías del álbum con el nombre de Bonifacio Morera Lizcano correspondía a Luis Alfredo Garavito Cubillos,.
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Garavito y algunos de los craneos de sus victimas.
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Mediante el cruce de información entre los diferentes equipos policiales, se estableció que una de las fotografías del álbum con el nombre de “Bonifacio Morera Lizcano” correspondía en realidad a Luis Alfredo Garavito Cubillos, persona sobre quien pesaba una orden de captura de la Fiscalía 17 Especializada de Tunja por el homicidio de un niño de 12 años de edad.
El 22 de abril de 1999, miembros del Cuerpo Técnico de Investigación de la Fiscalía capturaron in fraganti a Garavito en Villavicencio, en los momentos en que intentaba agredir sexualmente a un menor.
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Reconstrucción de uno de los crimenes.
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Pese a que Garavito dio un nombre falso, la policía lo identificó gracias a sus huellas digitales. Lo interrogaron durante horas; cuando se vio acorralado por el fiscal que le interrogaba, Luis Alfredo Garavito cayó de rodillas, soltó el llanto, pidió perdón por lo que había hecho y dijo que iba a confesar.
Sacó su pequeña libreta negra y detalló, uno a uno, todos sus crímenes. Por ejemplo, el ocho de junio de 1996, en Tunja, había una raya. Esa anotación correspondía a Ronald Delgado Quintero, una de sus víctimas.
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Dos imágenes del interrogatorio.
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La libreta ayudaba a Garavito a recordar a los muertos; era el recuento de sus andanzas. Cuatro de los asesinatos los había cometido en Ecuador.
Confesó ser el responsable no sólo de la muerte del menor hallado en Tunja, sino también de los tres niños de Génova y lo peor: de otros 172 crímenes cometidos contra niños y adolescentes en once departamentos del país y en el extranjero, entre 1992 y 1998. Garavito se convertía así en el segundo asesino en serie más prolífico de la historia contemporánea.
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La confesión de Garavito
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Sobre uno de sus crímenes declaró:
“Yo no veía la forma de yo salirme de esto tan terrible, es algo que yo no sé explicar, mas nunca pensé hacerle daño a Ronald Delgado Quintero; lamentablemente se apareció cuando yo estaba bajo ese estado; y a las circunstancias como lo maté me vengo a enterar cómo fue que quedó el cuerpo”.
Garavito fue juzgado por 172 asesinatos. Era la primera vez que un asesino en serie sudamericano acumulaba tantos cargos de homicidio. De todos ellos, Garavito recibió 138 fallos condenatorios; 32 casos quedaron pendientes, uno en apelación y uno esperando sentencia. La suma de las condenas era de 1.853 años y nueve días.
En una entrevista concedida al periodista Guillermo Prieto Larrotta “Pirry” y transmitida por el canal Colombiano RCN el 11 de junio de 2006, Garavito negó haber violado a sus víctimas; en este mismo trabajo periodístico dicho asesino aseguraba que había cometido los crímenes por supuestas órdenes del diablo. Anunciaba además que había sido ordenado Pastor de la Iglesia Pentecostal Unida de Colombia (Iglesia Unitaria) y que aspiraba, algún día, a tener una curul en el Congreso de Colombia… ¡para defender los derechos de los niños!
La pena máxima en Colombia es de 60 años, y por colaborar en la recuperación de los cuerpos y por buena conducta le disminuirían la condena a 12-16 años.
A raíz de este caso, se adelantó una propuesta para convocar a un referendo de enmienda a la constitución colombiana para permitir la instauración de la cadena perpetua para violadores, secuestradores e infanticidas. Garavito estuvo a punto de ser puesto en libertad en 2010, pero la presión de la opinión pública a raíz de la entrevista que le hizo “Pirry” logró que se abriera un nuevo proceso por otro crimen, lo que dio como resultado una condena de veintitrés años más. Al saberlo, Garavito intentó suicidarse golpeándose la cabeza contra las rejas de su celda.
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En la actualidad Garavito está recluido en el Penal de Máxima Seguridad de Valledupar, en el norte de Colombia, una de las cárceles más seguras del país. Dado que es un infanticida, se encuentra aislado de la población carcelaria y goza de atenciones especiales, entre ellas el derecho a utilizar el teléfono hasta por cuatro horas, siendo que los demás reos sólo pueden hacerlo veinte minutos. Esto lo ha logrado manipulando a la administración del penal con sus repetidos intentos de suicidio.
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Actualmente tiene el dudoso honor de ser el segundo asesino en serie de los últimos 20 años, con más victimas de la historias tras violar, torturar y asesinar a 172 niños.
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Viaje a la mente asesina de “la bestia”, mi encuentro con Luis Alfredo Garavito
Mauricio Aranguren Molina
Mauricio Aranguren Molina
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Feb 19, 2017 · 20 min read
Introducción del libro: páginas, 13 a la 24.
Nuevo: video teaser serie documental Las Sombras de La Bestia
El libro fue publicado por primera vez en el mes de Mayo, del año 2002. Editorial Oveja Negra
-Escrito antes de su traslado a una cárcel de máxima seguridad-
INTRODUCCIÓN
Por Mauricio Aranguren Molina
Alcaer la tarde su celda recibe la sombra de la garita principal, su cautiverio esta? tan cerca de los guardianes como de la calle, a diez pasos largos para ser exactos. Luis Alfredo Garavito puede ver todos los di?as quie?n entra y quie?n sale del penal, se entretiene observando co?mo se abren y se cierran las puertas de color azul claro.
Y ahí estaba yo, frente a los guardias de la cárcel judicial del Distrito de Villavicencio, dejando el celular y mi cédula, para visitarlo de sorpresa.
De haberle avisado que vendri?a a verlo, no estari?a relatando este encuentro: odia a los periodistas, pues afirma que lo han tratado sin consideracio?n, razo?n para evitar al ma?ximo este tipo de visitas pero e?l es caprichoso y selectivo, “… de pronto recibe a uno que otro. . .“, me dijo el director de la ca?rcel.
LAS SOMBRAS DE LA BESTIA - Serie Documental
© Cumbia Films 2019 Producción Ejecutiva: Tere Gaviria Desarrollo: Felipe Holguín Caro & Andrés Sierra Investigación…
vimeo.com
Su u?nica ventana no tiene barrotes, y la puerta de su cautiverio, menos. En realidad, su celda es una pequen?a y antigua bodega de granos, adaptada especialmente para e?l, lejos de los pabellones, en la zona administrativa del penal y justo al lado de un tele?fono pu?blico. La puerta verde, de metal delgado, siempre permanece cerrada por fuera con un sencillo candado.
Desde alli? me vio, al correr sutilmente la cortina para que yo no lo notara, pero no haci?a falta, nunca me lo hubiese imaginado recluido ahi?.
Quiza?s los u?nicos conscientes de la peligrosidad de “la Bestia”, escondida en su piel de cordero, sean quienes lo investigaron, unos cuantos funcionarios judiciales que se han lei?do los 500 folios de su confesio?n y yo. Por eso no lo imaginaba en aquel cuartito, con mi?nimas medidas de seguridad.
En todas las ca?rceles de Surame?rica existe un lugar para los presos poco conflictivos, aquellos que buscan alejarse de la ley del hampa, de los caciques en el interior de los pabellones. Algunos presos ‘distinguidos’ o con recursos econo?micos pagan por ser llevados alli?, otros se ganan el traslado al lugar por buena conducta, y hombres como Luis Alfredo Garavito porque literalmente lo picari?an en pedazos al dar el primer paso en los patios de la ca?rcel.
Sin embargo, “la Bestia” tiene una caracteri?stica adicional, poco y nada coincidente con su alias; “es un reo de disciplina intachable”, asegura el coronel (r) Filiberto Salcedo. Por ello es tratado con alguna consideracio?n, Cuando e?l pide permiso para caminar, un guardia esta? autorizado para abrir el candado y acompan?arlo. En compan?i?a del sargento, los fines de? semana, Garavito se pasea frente a la oficina del director de la ca?rcel o con el guardia Bejarano los di?as ha?biles. Ellos son los encargados de servirle a diario la comida y tienen la responsabilidad de evitar que Garavito sea envenenado.
— Coronel no considera usted inseguro sacarlo a pasear por donde transita tanta gente.
“No, desde que no haya por ahi? ningu?n nin?o no le veo inconveniente, lo sacamos al sol y no pone problema por nada”, me aseguro? confiado el director, mientras conversa?bamos sentados en su oficina.
Es asombroso como Garavito se ha ganado poco a poco la confianza de quienes lo rodean, igual como lo haci?a con cada una de sus vi?ctimas.
Tanta cordialidad y buen comportamiento es un peligro latente. Yo no lo dejari?a acercar a un ser humano con vida — pensaba — Y de ello me convenci? al hablar con e?l ese di?a, pues en algu?n momento me dijo:
Yo no he confesado muchos cri?menes que hice, porque no me han dado las garanti?as, yo he matado y mandado matar a mucha gente, cuando teni?a el bar El Dino en Cartago; esos finados no eran ningunos nin?os.
Es decir, segu?n esta confesio?n extrajudicial Garavito mismo ha matado y mandado matar a adultos que no le cai?an bien, y puede volverlo a hacer en la misma ca?rcel o en un plan de fuga. Despue?s de comunicarle mi intere?s en hablar con e?l, siendo, adema?s, su u?nica visita de aquel sa?bado, el coronel me conto?, camino a su celda, que Garavito habi?a pedido traslado para la ca?rcel de Armenia y le fue negado: “Aunque e?l se porte bien, no deja de ser un riesgo tenerlo aqui?, la incomprensio?n de los otros internos da para que lo maten.”
Mientras camina?bamos hacia la puerta del penal, el director de la ca?rcel me deci?a que desde cuando aque?l esta? preso, las u?nicas personas en visitarlo son algunos evange?licos.
Eran las 9 de la man?ana cuando llegamos al remedo de celda. El coronel, con voz fuerte, lo llamo?:
— Garavito, aqui? esta? el periodista que vino a verlo; sargento, abra el candado.
Aparto? la cortina ti?midamente y aparecio? detra?s del marco de la ventana, alguna vez con vidrios, hoy sellada, a manera de reja.
Al tenerlo frente a frente me impacto? su aspecto, es otra persona; el Luis Alfredo Garavito que Colombia y el mundo conocieron teni?a bigote y un tono de piel triguen?o. Hoy usa unas lentes con marco de pasta roja, iguales a los que alguna vez dejo? en la escena de un crimen, su piel tomo? su color natural, tez blanca y sus ojos se vei?an ma?s verdes de lo que yo imaginaba. Ra?pidamente le estire? la mano y lo salude?:
— Buenos, di?as Alfredo.
El saludo era muy importante, por cuanto odia que lo llamen Luis Alfredo, porque asi? lo llamaba su padre.
— Co?mo le va periodista, ¿que? lo trae por aca?? — me pregunto?
— Quiero que conversemos un rato y nos tomemos un cafe?.
— Bien, entre “murmuro?”.
Trataba de no pensar en lo que sabi?a sobre e?l, para lograr una percepcio?n real del otro Garavito, el hombre en extremo amable y servicial. Mientras e?l preparaba el tinto instanta?neo, servi?a el agua de un botello?n, le poni?a las cucharadas de cafe? y e?ste se dilui?a, yo pensaba:
En la confesio?n se le escucho? decir que torturaba, violaba y asesinaba los nin?os porque senti?a un inmenso placer al hacerlo, sin embargo jama?s admitio? que so?lo alcanzaba la ereccio?n y el orgasmo si golpeaba hasta la muerte a sus vi?ctimas, en medio del coito contra natura.
Esto hace parte de su intimidad, segu?n e?l. Quiza? jama?s lo reconozca, pero la verdad es simple y espeluznante; satisfacer su sed de sexo y sangre era la razo?n de fondo de su proceder.
Culpar al resto del mundo es su gran justificacio?n y adjudicar sus actos a una fuerza del mal que lo domina es buscar en lo espiritual una explicacio?n a un comportamiento terrenal, con el u?nico fin de evadir su responsabilidad ante una sociedad profundamente cristiana.
No ha de olvidarse que su mayor habilidad, aparte de matar, es mentir, manipular y su odio se manifiesta aniquilando a quien lo humille o lo ofenda.
Despue?s de una breve charla de presentacio?n, me pregunto?:
— Ahora si di?game, de verdad, ¿para que? vino a verme?
— Yo soy escritor, y la muerte de los 192 nin?os que usted asesino?, me impresiono? mucho. Queri?a conocerlo para decidir si escribo un libro sobre el tema. Para mi? es claro que no se puede escribir sobre usted sin conocerlo.
— No so?lo sin conocerme, sin que yo explique que? fue lo que sucedio? — repuso.
Fue ahi? cuando quiso desvirtuar la confesio?n consignada en 500 folios. Sin embargo, para mi? era la principal fuente, su historia contada en primera persona esencia para escribir este libro. Su voz, sus gestos, su mirada, su razonamiento me eran tambie?n valiosos, como los 4500 folios que habi?a lei?do con mis dos asistentes de investigacio?n o las decenas de entrevistas a fiscales y testigos.
En la búsqueda del buen periodismo uno intenta entrevistar a la persona y siempre espera descubrir algo más de su esencia como ser humano.
A pesar del malestar que me causaba estar frente al asesino de nin?os ma?s grande de Ame?rica Latina o del universo, me contuve he hice mi trabajo. Yo solo frente a ‘la Bestia’ asesina.
Poco a poco me fue insinuando el pago de unos veinte mil do?lares si yo deseaba grabarle una entrevista o por lo menos cuarenta millones de pesos. A cada instante citaba publicaciones o canales de televisio?n que han divulgado el caso y reclamaba:
Cuentan mi historia, ¿y yo, que?? Si usted y yo llegamos a algu?n acuerdo, yo tengo una persona afuera a la cual usted le puede consignar el dinero.
En ese momento decidi? que no se le debi?a dar un solo peso a Garavito; adema?s, me iba encargar de advertir que quien lo haga, quien le de? cualquier dinero por su historia, Le estara? colocando un revolver en la cabeza a los fiscales e investigadores de Armenia y Pereira, a quienes hoy e?l odia profundamente. Garavito con dinero y mi?nimas medidas de seguridad es un peligro mayor. Gigantesco para esta sociedad tan pasiva e insolidaria.
Para justificar au?n ma?s mi presencia alli?, le dije que comentari?a su deseo en la editorial. En ese momento se inclino? y saco? de debajo de la cama una piedra con algunos bordes puntiagudos, la acerco? a mi rostro, me miro? y me dijo:
“Esta piedra la tengo aqui? para todos aquellos que me humillen o me traten mal, como lo hizo Jesucristo cuando apedreaban a Martha, les dire? a mis detractores: aqui? esta? la piedra, quien este? libre de pecado que tire la primera piedra”.
Senti? miedo y aunque logre? no evidenciarlo, de mi mente no se aparto? la imagen del hombre astuto y en extremo precavido que teni?a al frente, el mismo que escogio? a sus vi?ctimas de manera cuidadosa, actuando con premeditacio?n, hasta cuando fue detenido. Nunca se relaciono? con el mundo del hampa y es ma?s inteligente que la mayori?a de los criminales. De ahi? la dificultad para capturarlo.
Para perseguir a delincuentes como e?l, en Norteame?rica y tambie?n en Europa y, Rusia, se han conformado equipos de investigadores especializados, un grupo de expertos en psicologi?a criminal que buscan los patrones de comportamiento del psico?pata, para descubrir la construccio?n de su ruta asesina.
Un grupo como e?ste no existi?a antes de Garavito, ni existe au?n en Colombia, a pesar de saber que entre nosotros puede estar gesta?ndose un asesino igual o peor. Desde principios de siglo existen agentes especializados en capturar asesinos en serie, quiza? la primera fuerza especial nacio? a partir del gran fracaso de la Scotland Yard, al no poder capturar al ma?s famoso de todos los asesinos: Jack, el Destripador.
Adema?s de asesino en serie, Luis Alfredo Garavito se camuflo? como panadero, vendedor ambulante, empleado de supermercado, tuvo heladeri?a, fue falso monje misionero, enfermo lisiado, administrador de restaurantes y bares, adivinador y limosnero.
Pero en lo u?nico que ha sido constante y exitoso, dentro de su distorsionado pensamiento, es en sus facetas de violador, torturador y asesino en serie. So?lo dos de sus vi?ctimas lograron escapar con vida.
U?nicamente pudo ser profesional en algo infame, pero lo fue, hasta el punto de hacerlo durante 19 an?os sin fracasar, como le sucedio? en todas sus dema?s empresas.
Dentro de la cultura occidental, individualista por naturaleza, en la que para alcanzar el e?xito en cualquier actividad se vale casi todo y se es premiado con la fama. Garavito habi?a alcanzado poco a poco un lugar, maldito, pero un lugar. Llego? a ser una estrella fatal en los medios de comunicacio?n masivos.
Gran parte de sus cri?menes fueron registrados y, en medio de su gran cu?mulo de frustraciones, e?l se senti?a importante cada vez que vei?a co?mo sus actos eran registrados en primera pa?gina.
Su obsesio?n por recibir reconocimiento lo llevo? a convertir en fetiche cada arti?culo de prensa que sobre e?l o sus actos se publico?. Los guardo? durante an?os cual trofeos.
El interior de su celda permanece muy ordenado y limpio; las cuatro paredes esta?n forradas con cuartillas en blanco sobre las cuales ha escrito innumerables frases extrai?das de la Biblia, o so?lo nombres de personajes mundiales, desde Pinochet hasta la madre Teresa de Calcuta, pasando por Diana de Gales.
Dice admirarlos y por eso estampo? sus nombres alli?. En ese momento le pregunte? por contactos con Graciela Zabaleta, su ex mujer, pues me entere? de su viaje a la costa. De inmediato, Luis Alfredo Garavito empezo? a llorar y me dijo: Ellos son los seres que yo ma?s quiero en el mundo, yo se? que ya no me quieren ver pero me gustari?a poder verme con ellos y pedirles perdo?n. Minutos ma?s tarde, despue?s de secarse las la?grimas, me pregunto? ci?nicamente:
— Que? piensa usted de la forma en que yo llore?, lo conmovio?.
Evadi? la respuesta y solo le comente? que todos los seres humanos tenemos nuestras formas de expresar los sentimientos. Pero me quedo? claro su recurso magistral de impresionarme con sus la?grimas de cocodrilo.
Su ruta asesina comenzo? el 4 de octubre de 1992 y termino? el 21 de abril de 1999. Cuando lo capturo? un sencillo pero responsable Cabo de la Polici?a sin saber que era el mayor asesino de nin?os del continente. Durante esos an?os violo?, torturo? y decapito? 192 nin?os de extraccio?n social humilde. Pero para llegar a matar de esa manera, ya habi?a hecho mucho dan?o, y se le podri?a catalogar en sus inicios como un cruel violador en masa.
Luis Alfredo Garavito Cubillos, alias “el Mendigo”, “el Monje’“el “Cura”, “el Loco”,”Tribili?n”, “Conflicto”,“Alfredo Salazar” o “Bonifacio Morera Lizcano”, violo? y torturo? entre 1980 y 1992 más de 200 nin?os.
Entre octubre de 1992 y enero de 1997, cuando se le libro? la primera orden de arresto, acabo? con la inocente vida de 100 menores, y entre el 13 de enero de 1997 y el 21 de abril de 1999 logro? matar a otros 92 pequen?os, todos hombres, de tez blanca, la gran mayori?a con edades entre los 8 y los 14 an?os, por lo general menores, nin?os trabajadores bien parecidos.
Es egoce?ntrico, ordenado en extremo, pulcro y vanidoso, al punto de que dos di?as despue?s de comenzar la indagatoria pidio? el perio?dico y sorprendio? a todos con una inesperada frase.
Cuenta Ce?sar Arenas, investigador del CTI, que al mostrarle la primera pa?gina del perio?dico evidencio? su molestia. El funcionario considero? esa actitud producto del titular:
“Bestia asesina 192 nin?os” pero no, Garavito se perturbo? por algo muy distinto: “ah… sali? muy despeinado en esa foto… “, dijo con cinismo al ver el diario.
En la misma silla donde yo estaba sentado, la fiscal Ofelia Corzo realizo? las dos u?ltimas ampliaciones de indagatoria. Al llegar a la celda advirtio? al guardia?n que el vidrio de la ventana de Garavito se habi?a roto, pero no se le ocurrio? pedir requisas del lugar del cautiverio, previendo esconder alli? un arma corto punzante. En la mitad de la indagacio?n Garavito recogio? un pedazo de vidrio que se encontraba debajo de la mesa y apunta?ndose al cuello, mirando fijamente a la fiscal dijo:
“Este vidrio esta? bueno para .. . “Luego lo desplazo? a pocos centi?metros de su cuello. Confiesa la doctora Corzo haber sentido en ese instante pa?nico, supongo igual al que padeci?a yo cuando me puso la piedra en la nariz. Comenta ella haberle dicho:
“Sen?or Garavito, si lo va a hacer, no creo que se le ocurra aqui?, usted es una persona muy pulcra y no va a dejar su reguero de sangre; si insiste ha?galo en el ban?o, alli? si? no ensucia nada”.
Despue?s de 22 di?as de confesiones, la fiscal sabi?a como tratarlo.
Luis Alfredo Garavito es uno de esos casos extran?os en el universo de los psychokillers o asesinos en serie. Es psico?pata, sico?tico, y estuvo a un paso de convertirse en un spreekiller, o asesino que mata a varias personas en sitios distintos en un lapso breve de tiempo.
Como el mejor de los psico?patas, planeo? de manera minuciosa su estrategia asesina, estudio? fri?amente a sus vi?ctimas y las despojo? de sus caracteri?sticas humanas; “cosificaba” los menores, converti?a a cada nin?o en una cosa con la cual satisfacer sus deseos de sexo, venganza y sangre, por encima de cualquier consideracio?n moral o social.
De manera extran?a, y a diferencia de los psico?patas cla?sicos, e?l si? sufri?a remordimientos y profundas crisis por cada asesinato cometido, convirtie?ndose, tambie?n, en un sico?tico: se emborrachaba y entraba en graves estados de paranoia y esquizofrenia, su visio?n de la realidad se distorsionaba y se vei?a impulsado a matar a sus vi?ctimas en medio de sus alucinaciones. Horas ma?s tarde retornaba a la lucidez, para ser invadido por el remordimiento.
Fuera de la indagatoria y de manera informal, Garavito tambie?n confeso? su deseo de convertirse en un asesino en masa, similar a los nin?os pistoleros que han masacrado a sus compan?eros en las escuelas estadounidenses, o igual a aquel excombatiente de Vietnam que nunca olvidara Colombia:
Campo Eli?as Delgado, quien disparo? en contra de su madre, la incinero?, asesino? varias personas en su edificio y despue?s masacro? en el restaurante italiano Pozzetto de la carrera se?ptima con calle 61 de Bogota? a 20 comensales, no sin antes tomarse varios ‘destornilladores’ (vodka con zumo de naranja) y comer su pasta preferida acompan?ada de dos botellas de vino tinto.
Garavito en su confesio?n afirmo: Llego? un momento en el que me aburri? de asesinar nin?os, por lo fa?cil que era seducidos y llevarlos hasta un lugar boscoso donde los mataba.
Me estaba preparando para hacerlo con adultos… yo queri?a secuestrar a un monto?n de personas para matarlas ante los periodistas, asi? me mataran a mi? despue?s…
Este era el final que Luis Alfredo Garavito queri?a darle a su vida, lo estaba planeando y ya comenzaba a desearlo de manera obsesiva en lo ma?s profundo de su compleja mente.
Al conocer el macabro show que quiso montar para cerrar su carrera asesina, se despierta au?n ma?s el deseo de escudrin?ar, ir al principio, preguntarse do?nde comenzo? todo, conocer la verdad sobre su infancia y saber por que? y co?mo se fue formando “la Bestia”.
El 13 de diciembre de 1999 fue dictada la primera y u?nica condena proferida a Luis Alfredo Garavito Cubillos.
El Juez quinto penal del circuito de Tunja lo sentencio? a 52 an?os de ca?rcel por el delito de homicidio agravado contra el nin?o Ronald Delgado y acceso carnal violento en el grado de tentativa por el caso, motivo de su captura.
La ma?xima pena establecida por el co?digo penal colombiano es de 60 an?os. Garavito de manera astuta, al verse acorralado confeso? sus delitos y se aseguro? de que quedara consignada en la indagatoria su peticio?n de sentencia anticipada, la cual se tradujo en la primera pena mencionada.
Asi? los familiares de las dema?s vi?ctimas quisieran verlo pagar los 60 an?os completos, o mejor, la sumatoria de los otros 191 asesinatos, que alcanzari?a para unos 1.152 an?os, eso no es posible.
En Colombia la ley no permite acumular penas y a un sindicado so?lo se le puede aplicar la ma?xima sancio?n establecida en el co?digo penal. Para el mismo crimen. Sin importar la gravedad de los cri?menes el delincuente puede conservar los beneficios.
En otras palabras, en Colombia es lo mismo matar 1 o? 192 nin?os indefensos.
El psico?pata ma?s peligroso en la historia de Hispanoame?rica ya goza de la primera rebaja de pena, y lo increi?ble pero cierto consiste en que la condena puede reducirse au?n ma?s si Garavito estudia, trabaja, ensen?a o escribe un libro tras las rejas.
Si esto sucede, la ley actual obligari?a al juez a concederle la libertad condicional dentro de 25 a 30 an?os, beneficia?ndolo con una rebaja de la mitad de la pena o ma?s. Para ser exactos, “la Bestia” podri?a salir de la ca?rcel a los 68 o? 70 an?os de edad.
Por esta razo?n, el hoy supuestamente arrepentido Luis Alfredo Garavito Cubillos tiene la intencio?n de abandonar la prisio?n ma?s pronto de lo que muchos quisieran. En la de salir muy pronto de la ca?rcel del distrito en Villavicencio, donde continu?a recluido:
(Sic) Sen?or juez quinto Penal del Circuito De Tunja. Yo Luis Alfredo Garavito Cubillos Con Cedula numero 6511635 de Trujillo Valle. Sustento ante ustedes el recurso de apelacio?n Contra la condena que se me notifico? el di?a mie?rcoles 12 de enero del presente an?o, para que principalmente se me tenga en cuenta la reduccio?n de pena por confesio?n que ayudo? a su despacho a aclarar el caso.
Hay que tener en cuenta que por muchos factores el promedio de vida en el momento actual es de 70 an?os; tengo 43, ma?s 52 an?os de condena seri?an 95 an?os que seri?a una cadena perpetua; segu?n tengo entendido en nuestro pai?s no hay cadena perpetua; eso es lo que ma?s he pedido, un trato humanitario y formas de rehabilitarme, de poder ser alguien en la vida ya que la vida y las personas y desde el vientre de mi madre siempre se manejaron muchas cosas, si a mi? se me hubiera brindado afecto, carin?o, orientacio?n desde nin?o y ma?s adelante cuando fui adulto; si no hubiera sido por los traumas de mi infancia y muchos hechos dolorosos que siempre me rodearon, habi?a podido realizarme como un ser humano, como lo que mando? Dios, dejara?s a tu padre y a tu madre y formara?s tu propio hogar y tendra?s tus propios hijos, eso fue lo que siempre anhele?, tener una esposa unos hijos y ser alguien en la vida, sirvie?ndole a la familia, a la sociedad y al estado, sin causarle dan?o a nadie.
Siempre desde nin?o tuve muchas frustraciones, todo me sali?a mal, yo fui un hombre bueno, sufri?a y me daba mucho dolor cuando los dema?s sufri?an. Habi?a algo que me aconteci?a, no se?, que repasaba era algo extran?o que me obligaba a ser esto y embriagarme y cuando volvi?a a mi estado normal yo sufri?a terriblemente porque yo a nadie le podi?a contar que? era lo que me pasaba, que era algo extran?o y terrible; mas nunca me meti? con los hijos de mis amigos y de la gente que era buena conmigo, yo los respetaba, antes los aconsejaba al bien, los vei?a como si fueran mis propios hijos, mas la sen?ora que compartio? el techo conmigo al hijo de ella yo lo queri?a como si fuese un hijo mi?o, nunca lo irrespete? ni con mi pensamiento, yo no vei?a la forma de yo salirme de esto tan terrible, es algo que yo no se? explicar, mas nunca pense? hacerle dan?o a Ronald Delgado Quintero; lamentablemente se aparecio? cuando yo estaba bajo ese estado; y a las circunstancias como lo mate? me vengo a enterar co?mo fue que quedo? el cuerpo y pasa, seis meses despue?s, estando en Pasto donde deci?a en la revista Vea, donde deci?a una cantidad de calificativos y tambie?n que me daba de cuarenta a an?os de prisio?n.
Apelando a su condena le envio? una carta de su pun?o y letra a Francisco Di?az Torres, juez quinto penal del circuito de Tunja. Alli?, el asesino que nunca tuvo clemencia con los nin?os, hoy implora un trato humanitario y revela su serio intere?s:
Yo pensaba que si me entregaba a mi? me mataban, entonces ahi? fue donde decidi? cambiarme de nombre y estar en la clandestinidad, a mi? me faltaron fue oportunidades, falta de orientacio?n y haberme encaminado por la senda del bien. Personalmente pienso como deci?a el apo?stol San Paulo en Romanos, capi?tulo 7, versi?culo 15, porque lo que hago, no lo entiendo; pues no hago lo que quiero, sino lo que aborrezco, eso hago. Aparezco como un ser diabo?lico, despiadado y malvado pero eso no es asi?, soy un ser humano que sufri? terriblemente y sigo sufriendo y que muchos factores fueron los que me abocaron a tan terrible situacio?n y que hay que entrar a analizar.
Hoy bajo otros para?metros que me encuentro se? el dan?o tan terrible que hice sin querer hacerlo, mas no con esto que estoy diciendo estoy pidiendo la libertad, sino una rebaja en la pena y unas condiciones humanas, que yo la pueda pagar y no por el contrario me acaben de destruir y de hundir ma?s.
De la atencio?n que preste a e?sta le quedo altamente agradecido. Luis Alfredo Garavito Cubillos. (sic)
En pocas pa?ginas comienzan a sobresalir los rasgos ma?s profundos del desequilibrio mental, el poder manipulador y la doble personalidad de Garavito.
Despue?s de leer su carta de apelacio?n, quien no conociera a “la Bestia” y lo que hizo con cada una de sus 192 vi?ctimas, podri?a pensar en atender sus reclamos y otorgarle algu?n beneficio tras las rejas, admitiendo que quien sufre una violacio?n se convierte fa?cilmente en un violador o un pederasta. Y que el maltrato sufrido cuando era nin?o es la razo?n de su accionar violento cuando llego? a ser un adulto.
Pero Luis Palacios en su libro Pyscokillers, Anatomi?a de un asesino en serie, despeja con una reflexio?n de fondo las dudas que despiertan los psico?patas al mostrarse como corderos arrepentidos:
“El error en el que esta? cayendo Occidente es creer demasiado en sus propias mentiras. ¡El hombre es bueno por naturaleza! De la herencia de tantos y tan grandes pensadores so?lo se ha escogido a Rousseau, gran hipo?crita ganador en la batalla perdida de la ilustracio?n, sin prestar atencio?n al sabio relativismo de Voltaire o las oscuras advertencias del Marque?s de Sade. Todo pensamiento que rige hoy las democracias occidentales parte del ideal de que el hombre llega a la vida puro y en blanco, y que es so?lo el condicionamiento exterior el que lo convierte en un futuro asesino. Cienti?ficos e investigadores se hallan cada vez ma?s cerca de demostrar precisamente lo contrario. La violencia, la agresividad sexual, el instinto asesino, como muchas otras cosas, forman parte de nuestro acervo gene?tico. La sociedad fue creada no porque el hombre sea bueno por naturaleza, sino por todo lo contrario… La sociedad es la u?nica manera de controlar al criminal. Pues ambos, criminal y vi?ctima, son el mismo: nosotros”.
Desde el 28 de octubre de 1999, di?a en el que fue presionado para que confesara, Luis Alfredo Garavito se ha mostrado como producto de su terrible infancia y ha manifestado su profundo arrepentimiento, pero so?lo despue?s de verse cercado por investigadores y fiscales.
Por esto es considerado cli?nicamente un mentiroso patolo?gico, que desconoce en su accionar el significado moral o social de te?rminos como el bien y el mal.
El de Garavito no es un caso como el del asesino psico?tico y fetichista norteamericano Charles Herirens, quien comenzo? robando los interiores de las mujeres que atracaba y termino? mata?ndolas a cuchilladas. Cuando fue consciente de encontrarse por momentos fuera de si?, asesinando personas inocentes, dejo? un mensaje escrito con el la?piz labial de su vi?ctima:
“Por amor de Dios, dete?nganme antes de que vuelva a matar. No puedo controlarme…”
Mi conversacio?n con Luis Alfredo Garavito termino? despue?s de hablar ocho horas sin parar. Eran las cuatro de la tarde cuando me despedi? y con la amabilidad que lo caracteriza cuando esconde “la Bestia” que lleva por dentro, se despidio? y me invito? a convertirme en su amigo y regresar a la ca?rcel para conversar.
Le dije que volveri?a, convencido en mi interior de no hacerlo nunca jama?s.
Entonces, me acerque? a .la ventana y grite?: ¡sargento! Nadie apareci?a, estaba a merced de Garavito; entonces llame? con mayor fortaleza. En ese momento me insistio? en dejarle mi pequen?a ca?mara fotogra?fica herramienta vital de mi trabajo ma?s bien le susurre?, tomarnos una foto juntos para registrar este encuentro. Sin dilacio?n exclamo?: ¡Co?mo se le ocurre, hay que hablar primero de dinero! No insisti?.
Entonces grite? ma?s fuerte: ¡guardias! Aquellos instantes parecieron eternos, mientras Garavito me insisti?a en dejarle la ca?mara.
Su rostro denunciaba alguna molestia y nada que llegaba el sargento. So?lo pude descansar cuando el guardia abrio? el candado. Pocas veces en mi vida de periodista he sentido tanto miedo.
En el pasado he entrevistado, guerrilleros, delincuentes, paramilitares con el temor normal, pero convencido de la existencia de una e?tica de bandido, que se respeta. Pero Luis Alfredo Garavito se sale de las normas humanas y en cualquier momento podri?a disgustarse conmigo y terminar mata?ndome con sus manos.
Al despedirme de e?l y abandonar la celda camine? hasta la puerta, sali? de la ca?rcel y no se? por que? recorde? a una de sus nin?os vi?ctimas, Ronald Delgado Quintero.
Tal vez porque en su muerte, como en la de 191 nin?os ma?s, jama?s se sabra? con exactitud que? haci?a Garavito con sus vi?ctimas en la escena del crimen. Lo conocido, viene del resultado de los ana?lisis forenses de los cuerpos, ma?s que por testimonio del asesino.
Cuando quise profundizar sobre el verdadero por que? y para que? de sus asesinatos, Garavito, me hablo? a medias, pero por fortuna de las manos inmisericordes de “la Bestia” lograron escapar dos nin?os, John Iva?n Sabogal, de 12 an?os de edad, quien se salvo? sin recibir un rasgun?o del asesino y dio origen a su captura, y Brand Ferney Bernal A?lvarez, de 16.
Su testimonio es el ma?s escalofriante que se haya relatado sobre el ritual asesino de Luis Alfredo Garavito Cubillos. Brand Ferney logro? desamarrar las cabuyas que lo ataban de pies y manos, despue?s de ser accedido carnalmente, golpeado sin descanso y apun?alado siete veces.
El au?n no se explica de do?nde saco? fuerzas para correr, salvar su vida y poder volver a su trabajo, su u?nica pasio?n en aquellos an?os: Entrenar a un recurrente personaje de la literatura latinoamericana de los an?os 60, el gallo de pelea.
Fin Introducción libro: 192 Niños Asesinados, Confesión y Captura de Luis Alfredo Garavito. El Gran Fracaso de la Fiscalía
Mauricio Aranguren Molina — Mayo, 2002 (Editorial Oveja Negra)
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