Mientras Gloria recuerda las peripecias del campo y su infancia rodeada de jóvenes que pasaban sin atreverse si quiera a hablarle, el Pepe va más allá y vuelve a su enseñanza básica, en donde hacía de todo para llamar la atención de sus gustos pre adolescentes. Saltaba, corría rápido, jugaba penitencias. Nadie le tomaba mayor atención. La enseñanza media y la universidad no fueron muy distintas en su suerte con las mujeres. Nada pudo ser. Todo fue un eterno amor platónico.