Juan 4:
10 Respondió Jesús y le dijo: —Si conocieras el don de Dios y quién es el que te dice: “Dame de beber”, tú le hubieras pedido a él y él te habría dado agua viva.
11 La mujer le dijo: —Señor, no tienes con qué sacar y el pozo es hondo. ¿De dónde, pues, tienes el agua viva? 12 ¿Acaso eres tú mayor que nuestro padre Jacob quien nos dio este pozo y quien bebió de él, y también sus hijos y su ganado?
13 Respondió Jesús y le dijo: —Todo el que bebe de esta agua volverá a tener sed. 14 Pero cualquiera que beba del agua que yo le daré, nunca más tendrá sed sino que el agua que yo le daré será en él una fuente de agua que salte para vida eterna.
15 La mujer le dijo: —Señor, dame esta agua para que no tenga sed ni venga más acá a sacarla.
16 Jesús le dijo: —Ve, llama a tu marido y ven acá.
17 Respondió la mujer y le dijo: —No tengo marido.
Le dijo Jesús: —Bien has dicho: “No tengo marido” 18 porque cinco maridos has tenido, y el que tienes ahora no es tu marido. Esto has dicho con verdad.
19 Le dijo la mujer: —Señor, veo que tú eres profeta. =====

El Señor obra de muchas formas y de muchas maneras en cada uno de nosotros. A veces pensamos que la relación con Dios, que es espiritual, está separada de la parte emocional. Aquí podemos ver que Jesús primero trabaja en la parte emocional, para que la persona pueda tener un corazón abierto y aceptar la salvación que es la parte espiritual y la relación con Dios.
Si vienes a Dios para aceptar la salvación de tu alma pero no permites que el Señor resuelva tus conflictos emocionales, entonces Dios no va a poder completar su obra en ti.
Por eso vemos que Él le ofreció agua a esta mujer para calmar la sed espiritual y ella la rechazó al principio, pues no pudo entender en el momento quién era el que le hablaba, por eso el Señor la confronta con su problema emocional. La mujer samaritana tenía una inestabilidad emocional. Ya se había casado y divorciado cinco veces y ahora vivía en unión libre con un hombre. Había un vacío en su corazón. Su alma estaba herida por las decepciones amorosas. Por eso el Señor descubre lo más profundo de su corazón y entonces le ofrece otra vez el agua espiritual. No solamente le ofrece la salvación y la vida eterna, también le ofrece llenar ese vacío que hay en su corazón. Ella entendió que el amor de Dios es tan grande que podía transformar su vida y ella ya no iba a depender más precisamente en las relaciones amorosas, el verdadero amor incondicional de Dios iba a darle a ella la estabilidad que necesitaba. Cuando permitimos que el Señor sea el centro en nuestras vidas, vamos a poder tener estabilidad en las demás áreas de nuestras vidas.
No intentes calmar tu sed de aprecio, o cariño, o compañerismo con cosas temporales o personas que no podrán llenar tu alma de forma permanente. Los amigos o la familia son partes necesarias  Los amigos o la familia son partes necesarias para el desarrollo saludable del ser humano pero no deben de ser la fuente de tu vida.
Esa soledad tiene que ser satisfecha cuando comienzas y desarrollas tu relación con Dios, y después puedes sobrellevar una relación saludable con alguien porque Jesús te guiará para ser complemento a tu pareja matrimonial y no una co-dependencia nociva.

Consideremos:
¿Ves a tu pareja o hijos como un complemento de tu felicidad para tu vida o son la única fuente de tu bienestar?

Soy tu amigo Eduardo Rodríguez, no olvides leer todo el capítulo completo. Escucha y comparte este y otros episodios anteriores en las apps para podcast de Apple, Google, Spotify y otros más.

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