La hambre inextinguible no es solo un anhelo superficial, sino una conexión profunda con nuestros objetivos. Es la chispa que enciende el motor interno de la perseverancia y nos impulsa a superar obstáculos. En este viaje, la complacencia no tiene cabida; en cambio, la insatisfacción constante nos insta a buscar constantemente nuevas alturas y desafíos.