Encuéntrate conmigo!
Reflexión
Un buen día en julio 2022, durante uno de los recesos en el internado doctoral en el seminario en Boston, fui a un lugar aparte en el campus para reflexionar. Mientras meditaba y practicaba el silencio, mi mirada viajó desde el verdor del césped hasta ascender al profundo azul claro en los cielos y perderse en el blanco de las nubes. De repente, una gran inundación llegó al lugar donde me encontraba. Eran lágrimas que brotaban de mis ojos. Un tsunami se acercaba a mi corazón y una voz susurró a mi oído: “Encuéntrate conmigo”. Regresó el silencio y, en pocos segundos, la voz nuevamente decía: “Has entendido la visión para la iglesia, pero has olvidado tu visión como persona”. Nuevamente el silencio. Y una vez más, esa hermosa voz: “Encuéntrate conmigo”. Entre lágrimas, logro distinguir un color amarillo brillante que golpea mis ojos. Es el sol que se acerca y seca mis lágrimas, acompañado de una gran brisa llamada viento que refrescó todo mi ser.
En ocasiones, el ministerio tan hermoso que Dios nos ha dado el privilegio de ejercer, nos arropa de tal manera que afinamos la visión ministerial y olvidamos la visión personal. Ambas visiones deben converger para continuar. Este tiempo ha sido extenso desde mi capacidad humana. Sin embargo, ha sido un tiempo de encuentro de una niña con su Padre. Espacio que, en parte, ha sido provocado por la enfermedad, pero lleno de bendición y crecimiento. A solo poco tiempo de cumplir un año en este proceso de salud, solo puedo decir que esa voz sigue latiendo en lo profundo de mi corazón. ¡Encuéntrate conmigo!
