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Respirar es vivir. Podemos concebir la respiración como un hilo o cadena que conecta y vincula todos los acontecimientos de nuestra vida, desde el nacimiento (el comienzo) hasta la muerte (el final). La respiración siempre está aquí, en cada momento. desplazándose con la misma fluidez que lo hace un rio.
¿Te has dado cuenta alguna vez de que la respiración cambia en función del estado de ánimo? ¿Has visto que, cuando estás tenso o enfadado, es entrecortada y superficial; rápida cuando estás excitado; lenta y plena cuando estás contento, y casi ausente cuando estás asustado? La respiración siempre está con nosotros. Por ello podemos utilizaría como una herramienta, como un ancla para proporcionar estabilidad al cuerpo y a la mente cuando deliberadamente decidimos ser conscientes de ella. En cualquier momento de nuestra vida cotidiana podemos conectar con la respiración.
La mayor parte de las veces perdemos el contacto con nuestra respiración, pero por más que nos olvidemos de ella, nunca deja de estar ahí. Por eso, una de las primeras cosas que hacemos es establecer contacto con la respiración. De ese modo, nos damos cuenta de que esta cambia en función de nuestro estado de ánimo, de nuestros pensamientos y de nuestros movimientos corporales. Pero no tenemos que controlar la respiración, sino tan solo observarla y reconocerla, como si de un amigo se tratara. Lo único que tenemos que hacer es mirar, observar y sentir la respiración de manera interesada y relajada.
Con la práctica, cada vez somos más conscientes de nuestra respiración. Podemos utilizarla para dirigir la consciencia a diferentes aspectos de nuestra vida como, por ejemplo, relajar la tensión muscular o concentrarnos en una situación que requiere nuestra atención. También podemos utilizar la respiración para enfrentarnos al dolor, la ira, las relaciones o el estrés de la vida cotidiana.
By Héctor EncuentraRespirar es vivir. Podemos concebir la respiración como un hilo o cadena que conecta y vincula todos los acontecimientos de nuestra vida, desde el nacimiento (el comienzo) hasta la muerte (el final). La respiración siempre está aquí, en cada momento. desplazándose con la misma fluidez que lo hace un rio.
¿Te has dado cuenta alguna vez de que la respiración cambia en función del estado de ánimo? ¿Has visto que, cuando estás tenso o enfadado, es entrecortada y superficial; rápida cuando estás excitado; lenta y plena cuando estás contento, y casi ausente cuando estás asustado? La respiración siempre está con nosotros. Por ello podemos utilizaría como una herramienta, como un ancla para proporcionar estabilidad al cuerpo y a la mente cuando deliberadamente decidimos ser conscientes de ella. En cualquier momento de nuestra vida cotidiana podemos conectar con la respiración.
La mayor parte de las veces perdemos el contacto con nuestra respiración, pero por más que nos olvidemos de ella, nunca deja de estar ahí. Por eso, una de las primeras cosas que hacemos es establecer contacto con la respiración. De ese modo, nos damos cuenta de que esta cambia en función de nuestro estado de ánimo, de nuestros pensamientos y de nuestros movimientos corporales. Pero no tenemos que controlar la respiración, sino tan solo observarla y reconocerla, como si de un amigo se tratara. Lo único que tenemos que hacer es mirar, observar y sentir la respiración de manera interesada y relajada.
Con la práctica, cada vez somos más conscientes de nuestra respiración. Podemos utilizarla para dirigir la consciencia a diferentes aspectos de nuestra vida como, por ejemplo, relajar la tensión muscular o concentrarnos en una situación que requiere nuestra atención. También podemos utilizar la respiración para enfrentarnos al dolor, la ira, las relaciones o el estrés de la vida cotidiana.