Existen dos fuentes por las cuales un justo puede pasar por aflicción. 1) las que vienen de parte de Dios y son directas o permitidas por el plan divino, para elevarnos a un nivel superior y ejercitarnos en la piedad. 2) las que son provocadas por nuestra carnalidad por errar voluntariamente la voluntad de Dios para nuestras vidas.