La aceptación de las emociones implica tomar consciencia de que:

- Nosotros no hemos generado voluntariamente esa emoción, sino que ha surgido de forma espontánea.

- Una emoción sólo es eso, la actividad por defecto asociada a pensamientos, a sensaciones. No significa nada si no le hacemos caso y la dejamos pasar, pero si nos enredamos con ella le damos más fuerza, porque generamos nuevos racimos de emociones y se forman patrones estructurados.

- No hay que distinguir entre emociones “malas” y “buenas”, persiguiendo unas y abandonado otras. Ese es el “juego de las emociones” y, de esta forma, se cronifica el diálogo interno rumiativo.