Esperar en Dios no es simplemente sentarse con los brazos cruzados, es un ejercicio profundo de fe, paciencia y confianza en que Su voluntad es buena, agradable y perfecta. En esta poderosa predicación, el pastor Miguel Díez nos enseña que la paciencia no es una debilidad, sino una virtud que el Espíritu Santo quiere cultivar en nosotros.