Volver al barro primigenio, en eso pienso cuando escucho este poema. Rearmarse con las piezas que son brillantes. Ir al país lejano del pasado y visitar en la memoria las calles de las emociones con las que brindamos por los momentos cuando la sonrisa hacia su libertad en nuestro rostro. Y de las sombras, las manchas y huecos que en el corazón pusieron sus lapidas mejor es que les olvidemos. Eso mismo. Dejar atrás los recuerdos que nos hacen daña, difuminarlos y borrar toda pista que nos conduzca hacia sus cloacas, no sin antes aprender de su materia. De los buenos recuerdos sembremos semillas en ellos para hacer un campo de dicha y de bonanza.