La Navidad, con su ambiente de luces, aromas a pino natural y tradiciones festivas, es un tiempo que invita a la reflexión sobre lo eterno. Mientras el norte se cubre de nieve y el sur disfruta de un clima más templado, la sociedad se sumerge en el frenesí comercial y la emoción de las parrandas y villancicos. Sin embargo, surge una pregunta crucial: **¿entendemos realmente el significado de la Navidad y los valores que esta celebra?**

Más allá de debates sobre fechas y tradiciones, la Navidad tiene un propósito claro: **celebrar el mayor regalo recibido, el nacimiento de Cristo, quien trajo esperanza y redención al mundo.** Esta temporada es una oportunidad para priorizar lo espiritual sobre lo material, recordando valores como el amor, la gratitud, la generosidad y la reconciliación.

Como líderes espirituales, debemos guiar a otros hacia esta verdad, haciendo de Cristo el centro de nuestras celebraciones y de nuestro acontecer cotidiano. La Navidad no debe ser solo una festividad, sino un recordatorio tangible de lo eterno y un llamado a vivir con propósito. En este tiempo, es fundamental preguntarnos: **¿Estamos celebrando al Autor de la Navidad con nuestras vidas?**