Durante los próximos meses, vamos a hablar acerca de las reglas del hogar. Puede que, como padre de familia, se me ocurra establecer reglas para mi hogar, pero eso no me corresponde. ¿Por qué? Porque yo tengo el puesto de padre para administrar de acuerdo a las reglas que Dios ha establecido. Mi hogar es Suyo. Es Él quien instituyó a la familia, no yo. Si mis reglas conducen a los miembros de mi hogar ir en contra de las reglas de Dios, pagaré la consecuencia.

Deuteronomio 4:39 dice, “Aprende pues, hoy, y reflexiona en tu corazón que Jehová es Dios arriba en el cielo y abajo en la tierra, y no hay otro.” Permítame compartir contigo tres cosas:

(1) Debemos observar y reflexionar. Observemos lo complicado y la simpleza de la naturaleza. Dios formó a toda bestia del campo, a toda ave de los cielos y las trajo a Adán para que les pusiera nombre. Ese mismo nombre que les puso Adán, es el nombre que tiene hoy. Perro, vaca, caballo, oso, etc. Observemos también a la nación de Israel. Observemos como las naciones circunvecinas han tratado de borrarla del mapa, desde el inicio de la historia humana, y sin embargo todavía pertenece, así como Dios lo ha prometido. Observémonos a nosotros mismos. Bien sabemos que cuando nos vamos en contra de los Diez Mandamientos establecidos por Dios, tarde o temprano hemos pagado la consecuencia. De igual manera hemos sufrido el estés que viene a consecuencia de seguir el ejemplo de nuestra sociedad.

Ahora, reflexionemos sobre nuestras observaciones. ¿Suena más lógica o razonable la teoría de la “gran explosión”, que la verdad bíblica de la creación? ¿Cómo explicamos ese vacío que existió en nuestro interior, que buscamos llenar con todas las cosas que el mundo provee, pero que solo se satisfizo cuando aceptamos a Jesús como Salvador.

(2) Dios es Dios arriba en los cielos y abajo en la tierra. Debido a que no lo podemos ver con nuestro ojo físico, lo colocamos a millones de kilómetros de distancia…distante de todo lo que hacemos. Quiero que sepan que cuando cantamos, Dios está atento. Cuando compartimos Su Palabra está atento. Cuando oramos por nuestros enfermos, está atento, y no desde el cielo, sino desde aquí. Hay quienes piensan que Dios está a cargo del cielo y que el diablo está a cargo de la tierra. El diablo nunca ha estado a cargo, y Dios siempre ha estado, está, y siempre estará en control y a cargo de todo.

(3) Dios, Solo hay uno. Entendamos que las reglas fueron establecidas por Él. Lo que se puede hacer, lo que no se puede hacer, y todo lo demás. Dios respeta las reglas establecidas. Actuará conforme a las reglas que ha establecido, y se asegurará de que todos los demás hagan lo mismo. Es por eso que debemos observar y reflexionar en nuestro corazón, porque quien tiene la última palabra es Él. No nos conviene ir en Su contra.

Hermanos: Dios, solo hay Uno. Las reglas que Él ha establecido involucran “libre alvedrío”, o sea la libertad de tomar nuestras propias decisiones. Pero, cuando tomemos las decisiones incorrectas, y nos va mal, no lloremos. Ya sabíamos lo que iba a suceder.

Amigo: Lo mismo va para ti. Tienes la libertad de creer lo que quieras. Pero, todo lo que te rodea, te grita que hay un Dios, que te ha creado para tener una relación contigo. Yo lo sé, y tú también lo sabes. Ven a Jesús.

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