Cada desafío que enfrentamos fortalece nuestra fe y enciende la pasión divina en nuestro corazón. Nuestras batallas no son solo luchas, sino oportunidades para que el fuego del don de Dios crezca en nosotros.
Cada desafío que enfrentamos fortalece nuestra fe y enciende la pasión divina en nuestro corazón. Nuestras batallas no son solo luchas, sino oportunidades para que el fuego del don de Dios crezca en nosotros.