Números 21: No olvides quien es tu guardador y proveedor.
Números 21:1-9:
Cuando el rey cananeo de Arad, que habitaba en el Néguev, oyó que Israel iba por el camino de Atarim, combatió contra Israel y tomó cautivos a algunos de ellos. 2 Entonces Israel hizo un voto al SEÑOR diciendo: “Si de veras entregas a este pueblo en mi mano, yo destruiré por completo sus ciudades”.
3 El SEÑOR escuchó la voz de Israel y entregó a los cananeos en su mano[a]. Luego Israel los destruyó por completo juntamente con sus ciudades. Por eso fue llamado el nombre de aquel lugar Horma.
4 Partieron del monte Hor con dirección al mar Rojo, para rodear la tierra de Edom. Pero el pueblo se impacientó por causa del camino, 5 y habló el pueblo contra Dios y contra Moisés, diciendo: —¿Por qué nos has hecho subir de Egipto para morir en el desierto? Porque no hay pan ni hay agua, y nuestra alma está hastiada de esta comida miserable.
6 Entonces el SEÑOR envió entre el pueblo serpientes ardientes, las cuales mordían al pueblo, y murió mucha gente de Israel. 7 Y el pueblo fue a Moisés diciendo: —Hemos pecado al haber hablado contra el SEÑOR y contra ti. Ruega al SEÑOR que quite de nosotros las serpientes.
Y Moisés oró por el pueblo. 8 Entonces el SEÑOR dijo a Moisés: —Hazte una serpiente ardiente y ponla sobre un asta. Y sucederá que cualquiera que sea mordido y la mire, vivirá.
9 Moisés hizo una serpiente de bronce y la puso sobre un asta. Y sucedía que cuando alguna serpiente mordía a alguno, si este miraba a la serpiente de bronce, vivía.
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Este capítulo es muy emocionante porque nos muestra varios eventos magníficos en el desierto.
Primero, ellos aprendieron a clamar al Señor; levantaron su rostro al cielo y rogaron al Señor cuando se encontraron rodeados del enemigo. No solamente el Señor los escuchó pero también Dios les dio sus primeros territorios conquistados cuando se vieron emboscados. Dios les demostró que podía librarlos y darles herencia ante un ejército enemigo.
Pero, después de esta gran victoria, una vez más perdieron la mirada en Dios. Ellos
se sintieron miserables con la vida del desierto y la provisión de Dios. Se sintieron inconformes. Como estaban renegando de los cuidados del Señor, Dios les permitió por unos momentos experimentar la vida en el desierto sin Dios y su protección. Serpientes y escorpiones se movían alrededor de ellos y que nunca lo habían sufrido porque Dios los guardaba.
Ahora que vieron manadas de ellas mordiéndolos, enfermándose y otros muriendo por su veneno, clamaron a Dios como lo habían hecho antes cuando se enfrentaron a sus enemigos.
Dios, al escuchar su ruego de arrepentimiento, manda a elaborar una serpiente de bronce. Moisés la puso en una especie de madero, como en forma de cruz para poderla levantar y todos en el pueblo pudieran verla, así serían sanos. Como nota curiosa, ese es el símbolo del escudo de la medicina, una serpiente en un asta, inspirado en este evento bíblico.
¡De la misma manera, Dios se levantó hace 2000 años, cuando Jesucristo vino al mundo, cuando murió en la cruz, y multitudes lo vieron y fueron salvos de sus pecados!
No perdamos la mirada en el Señor, Él es el que nos ayuda a pelear nuestras batallas, nos protege de peligros y nos colma de favores y misericordias.
El día que desconocemos quien es el que nos provee, nos protege y nos bendice, ese día veremos la cruda realidad de lo que es vivir sin Dios y sin su Santo Espíritu rodeándonos, cubriéndonos y guardándonos.
Después de esto, Dios les siguió librando del mal, de muchos ejércitos enemigos que los atacaron en el desierto, y Dios les siguió concediendo más tierras en medio de los cananeos. No entraron a la tierra prometida pero Dios les estaba dando un propósito en el desierto y era conquistar tierra de herencia para sus hijos que habitarían en esas tierras y que serían...