Números 22: Libre albedrío.

Números 22:4-20:
Y dijo Moab a los ancianos de Madián: —¡Ahora esta multitud lamerá todos nuestros contornos, como el buey lame la hierba del campo! Balac hijo de Zipor era en aquel tiempo rey de Moab. Y envió mensajeros a Balaam hijo de Beor, en Petor, junto al Río, en la tierra de los hijos de su pueblo para llamarlo diciendo: “He aquí un pueblo ha salido de Egipto y cubre la faz de la tierra, y ya está frente a mí. Ahora, por favor, ven y maldíceme a este pueblo, porque es más fuerte que yo. Quizás yo pueda derrotarlo y echarlo de la tierra. Porque yo sé que aquel a quien tú bendices es bendito, y aquel a quien maldices es maldito”.
Los ancianos de Moab y los ancianos de Madián fueron llevando con ellos los honorarios del adivino. Llegaron a donde estaba Balaam y le comunicaron las palabras de Balac. Y él les dijo: —Pasen aquí la noche, y yo les daré respuesta según lo que me hable el SEÑOR.
Así que los principales de Moab se quedaron con Balaam. Entonces Dios vino a Balaam y le preguntó: —¿Quiénes son estos hombres que están contigo?
Balaam respondió a Dios: —Balac hijo de Zipor, rey de Moab, me ha mandado a decir: “He aquí que un pueblo ha salido de Egipto y cubre la faz de la tierra. Ahora, ven y maldícemelo; quizás así pueda yo combatir contra él y echarlo”.
Entonces Dios dijo a Balaam: —No vayas con ellos ni maldigas al pueblo, porque es bendito.
Balaam se levantó de mañana y dijo a los principales de Balac: —Regresen a su tierra, porque el SEÑOR ha rehusado dejar que yo vaya con ustedes.
Los principales de Moab partieron, y cuando llegaron a donde estaba Balac, le dijeron: —Balaam rehusó venir con nosotros.
Balac volvió a enviar otros principales, más numerosos y más distinguidos que los anteriores. Llegaron a Balaam y le dijeron: —Así ha dicho Balac hijo de Zipor: “Por favor, no dejes de venir a mí, porque ciertamente te honraré mucho y haré todo lo que tú me digas. Por favor, ven y maldíceme a este pueblo”.
Pero Balaam respondió y dijo a los servidores de Balac: —Aunque Balac me diera su casa llena de plata y de oro, yo no podría transgredir el mandato del SEÑOR mi Dios para hacer cosa alguna, pequeña ni grande. Ahora, por favor, permanezcan también ustedes aquí esta noche, y sabré qué más me dice el SEÑOR.
Entonces Dios vino a Balaam de noche y le dijo: —Si los hombres han venido a llamarte, levántate y ve con ellos. Pero solo harás lo que yo te diga.
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Este es un capítulo lleno de lecciones y muchas emociones por los eventos únicos que sucedieron. ¡No olvides leerlo todo para que veas los detalles de este evento dramático!

¡Aquí podemos ver cómo Dios protege a su pueblo en contra de maldiciones y conjuros!
También miramos cómo un hombre, llamado Balaam, que escuchaba la voz de Dios se dejó seducir por las riquezas prometidas, poniéndose en contra de Dios, desobedeciendo Su mandato.
Aquí vemos un ejemplo de lo que significa el libre albedrío. Según el diccionario, libre albedrío significa: “potestad de obrar libremente, tras reflexión y elección.”
Cuando tú sabes lo que es lo correcto, lo que agrada a Dios, y le pides a Dios dirección en algún asunto, pero tú insistes en tomar una decisión en contra de la voluntad de Dios, el Señor va a permitirte hacer lo que quieres. Dios no obliga a nadie que no quiera seguirlo o escuchar sus consejos. Dios nos da los parámetros a seguir y nosotros debemos usar el sentido común y el dominio propio para seguir Sus consejos, Su Palabra, Sus mandamientos.
Así nos guste o no nos guste, debemos usar la razón y no el corazón. Quiero decir, no dejarnos llevar por las emociones.

Balaam ya sabía que Israel era el pueblo de Dios y no podía proferir alguna maldición en contra de ellos. Pero el rey de Moab insistió varias veces hasta que el Señor le dijo a Balaam que fuera pero que al final debía...