¿Cómo puede una persona vivir más de 30 años en la calle y salir de ese túnel con la nobleza de un corazón sin rencor? ¿Cómo puede una sociedad soportar esa debilidad humana sin remordimiento alguno? Francisco González lo ha hecho. Más de media vida entre cartones, dependiendo de la generosidad de unos pocos y castigado por la ignorancia y el desprecio de muchos, ha conseguido a sus 60 años, por primera vez en su vida, un contrato laboral. Hoy es vendedor de la ONCE en Sevilla y afiliado por su discapacidad visual grave, un hombre querido, respetado, digno y feliz que no quiere despertar del sueño que asegura estar viviendo.
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