El Eterno le dice a Moshé que venga al faraón. El Eterno ha hecho pesado los corazones del faraón y sus siervos para hacer grandes señales que serán contados a los hijos y a los nietos de los israelitas, y también para que los hijos de Israel sepan que él es HaShem. Moshé y Aharón se presentan ante el faraón y le pide que deje ir al pueblo hebreo. Si no lo hace vendrán langostas que cubrirán la tierra y comerán lo que quedó del granizo y llenarán las casas. Será algo que nunca se ha visto antes. Cuando Moshé sale, los siervos le dicen al faraón que deje que el pueblo sirva a HaShem porque Egipto está destruido. Hacen volver a Moshé y Aharón y el faraón les dice que vayan a servir a HaShem. Al preguntar quiénes van a ir, Moshé contesta que irán con jóvenes y ancianos, hijos e hijas, ovejas y vacas porque se va a hacer una fiesta al Eterno. El faraón dice que están pensando hacer mal y sólo permite que los hombres vayan. Luego expulsa a Moshé y Aharón de su presencia