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En este oscuro capítulo de Pasajes del Terror, Juan Antonio Cebrián nos guía a través de una de las historias más macabras de la medicina moderna: los crímenes de William Burke y William Hare, dos hombres corrientes que, seducidos por el dinero fácil y la demanda de cadáveres para disección, decidieron que matar era más rentable que esperar a que la muerte hiciera su trabajo. En el Edimburgo de principios del siglo XIX, cuando los cuerpos para prácticas médicas escaseaban y se pagaban a precio de oro, estos dos oportunistas encontraron una solución siniestra para abastecer al ambicioso doctor Robert Knox.
Todo comenzó con una muerte "oportuna": un inquilino de la pensión donde vivían falleció por causas naturales y su cadáver fue vendido a un médico local por el equivalente a seis meses de salario. El negocio era redondo. Pero cuando los cuerpos frescos no llegaban con la rapidez que exigía la avaricia, Burke y Hare idearon su propio método de "suministro": asesinar a personas vulnerables —alcohólicos, prostitutas, vagabundos, ancianos e incluso niños— mediante asfixia con una almohada, evitando así dejar señales visibles de violencia.
Durante meses, su rastro fue invisible. Los cadáveres eran entregados a la ciencia, los pagos llegaban puntualmente y su estilo de vida mejoraba. Pero la avaricia y la imprudencia los delataron. El hallazgo de un brazo oculto en su habitación destapó el horror, y una empleada de la pensión acabó denunciándolos. Tras la detención, Hare aceptó delatar a su cómplice a cambio de inmunidad. Burke fue condenado a muerte y ejecutado públicamente en 1829. En una ironía escalofriante, su cuerpo fue donado a la ciencia y su piel, convertida en bolsos vendidos como recuerdo.
Este episodio no solo revela un crimen espeluznante, sino también el contexto social y científico que lo permitió: una medicina sin ética clara, leyes ambiguas y una ciudad desesperada por el progreso a cualquier precio. La historia de Burke y Hare quedó impresa en la memoria colectiva del Reino Unido y fue fuente de inspiración para autores como Charles Dickens o Sir Walter Scott. Un relato perturbador donde el afán de conocimiento y la codicia humana se entrelazan con la muerte, el engaño y la más pura oscuridad.
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By OndaCeroEn este oscuro capítulo de Pasajes del Terror, Juan Antonio Cebrián nos guía a través de una de las historias más macabras de la medicina moderna: los crímenes de William Burke y William Hare, dos hombres corrientes que, seducidos por el dinero fácil y la demanda de cadáveres para disección, decidieron que matar era más rentable que esperar a que la muerte hiciera su trabajo. En el Edimburgo de principios del siglo XIX, cuando los cuerpos para prácticas médicas escaseaban y se pagaban a precio de oro, estos dos oportunistas encontraron una solución siniestra para abastecer al ambicioso doctor Robert Knox.
Todo comenzó con una muerte "oportuna": un inquilino de la pensión donde vivían falleció por causas naturales y su cadáver fue vendido a un médico local por el equivalente a seis meses de salario. El negocio era redondo. Pero cuando los cuerpos frescos no llegaban con la rapidez que exigía la avaricia, Burke y Hare idearon su propio método de "suministro": asesinar a personas vulnerables —alcohólicos, prostitutas, vagabundos, ancianos e incluso niños— mediante asfixia con una almohada, evitando así dejar señales visibles de violencia.
Durante meses, su rastro fue invisible. Los cadáveres eran entregados a la ciencia, los pagos llegaban puntualmente y su estilo de vida mejoraba. Pero la avaricia y la imprudencia los delataron. El hallazgo de un brazo oculto en su habitación destapó el horror, y una empleada de la pensión acabó denunciándolos. Tras la detención, Hare aceptó delatar a su cómplice a cambio de inmunidad. Burke fue condenado a muerte y ejecutado públicamente en 1829. En una ironía escalofriante, su cuerpo fue donado a la ciencia y su piel, convertida en bolsos vendidos como recuerdo.
Este episodio no solo revela un crimen espeluznante, sino también el contexto social y científico que lo permitió: una medicina sin ética clara, leyes ambiguas y una ciudad desesperada por el progreso a cualquier precio. La historia de Burke y Hare quedó impresa en la memoria colectiva del Reino Unido y fue fuente de inspiración para autores como Charles Dickens o Sir Walter Scott. Un relato perturbador donde el afán de conocimiento y la codicia humana se entrelazan con la muerte, el engaño y la más pura oscuridad.
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