Bienvenidos a otra edición de Pasión por Obedecer.  La obediencia es la llave que desata las bendiciones sobre nuestras vidas. Obedecer mueve la mano de Dios, abre las puertas de los cielos y nos convierte en imanes para atraer las bendiciones de Dios a nuestras vidas.

Eso es lo que nos enseña la Palabra de Dios en Deuteronomio 28:1-14 destacando en especial los primeros dos versículos para que podamos entender lo que provoca en tu vida tu Pasión por la Obediencia…

Deuteronomio 28: 1-2 Reina-Valera 1960 (RVR1960)

Acontecerá que si oyeres atentamente la voz de Jehová tu Dios, para guardar y poner por obra todos sus mandamientos que yo te prescribo hoy, también Jehová tu Dios te exaltará sobre todas las naciones de la tierra. 2 Y vendrán sobre ti todas estas bendiciones, y te alcanzarán, si oyeres la voz de Jehová tu Dios.

Esa es la fuerza que imprime en cada uno de sus mensajes el Apóstol Enrique Romero Aguilar.  El suele afirmar…”soy tan imperfecto, que he tenido que desarrollar Pasión por Obedecer para honrar el llamado que inmerecidamente Dios me ha hecho.  Por eso a diario lucho por poner por obra la Palabra de Dios”

Puedes tener la certeza en tu corazón de hoy el Apóstol estará orando por ti para que crezcas en Pasión por Obedecer.

En este episodio, continuaremos meditando en las enseñanzas del Salmo 23.  Un Salmo por demás popular.  Tan popular que muy frecuentemente se conoce con poca profundidad.

Antes de escuchar la meditación de este día te lo compartimos en otra versión:

Salmos 23 Nueva Biblia al Día (NBD)

Salmos 23

1 El Señor es mi *pastor, nada me falta;

2 en verdes pastos me hace descansar.

Junto a tranquilas aguas me conduce;

3 me infunde nuevas *fuerzas.

Me guía por sendas de *justicia

por amor a su *nombre.

4 Aun si voy por valles tenebrosos,

no temo peligro alguno

porque tú estás a mi lado;

tu vara de pastor me reconforta.

5 Dispones ante mí un banquete

en presencia de mis enemigos.

Has ungido con perfume mi cabeza;

has llenado mi copa a rebosar.

6 La bondad y el amor me seguirán

todos los días de mi vida;

y en la casa del Señor

habitaré para siempre.