Última actualización en mayo 26, 2019 por Patricia H. E.

Abraham-Hicks doblado al español

Permitiendo que tu deseo fuerte triunfe

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Transcripción

—Gracias. No puedo creer que estoy sentada aquí. Te he estado escuchando por años. Como la última persona que se sentó aquí, más o menos vine a este mundo sabiendo por una personita que yo era diferente. Me conecté con enseñanzas como las tuyas, descubrí las cintas de Seth cuando tenía 16 años, ahora tengo 60. Ha sido una travesía el seguir esto. Sabes tengo 1000 preguntas, y por lo general puedo responderlas todas, pero hay una cosa que pasó en mi pasado que fue muy bella, y quisiera tu claridad, y tu perspectiva, y tu ayuda en comprenderlo.

—Antes de que sigas queremos decir que esa diferencia que estás definiendo es sólo una terquedad, porque todos ustedes nacen sabiendo son seres únicos. Pero a veces eres persuadida fácilmente por los demás, quienes más o menos quieren hacerte parte del todo. Cuando es tu inclinación natural el ser el ser único, quien ve las cosas desde su propia perspectiva. Sólo queremos enfatizar eso.

—Gracias sí. Ha tomado toda una vida el aprender eso y confiar en eso, pero si, lo que voy a compartir es…

—Queremos decir otra cosa. Si te vamos a dejar hablar, pero… cuando dices me ha tomado toda una vida llegar aquí. No, no ha sido así, porque has estado ahí, y ahí ya ahí y ahí. Pero siempre dónde estás ahora es el lugar más claro. Así que cuando dices me ha tomado toda una vida estar aquí, dilo con el deleite de la delicia de la vida que has podido devorar hasta aquí. No con la mentalidad de carencia, como, “no me ha debido tomar tan largo”. Por supuesto, te ha tomado tan largo como te ha tomado llegar aquí porque aquí estás. Y lo que sabes ahora se siente importante y lo es. Pero sabías cosas antes de ahora, y has estado en el modo receptivo, todos ustedes, muchas veces más que sólo ahora. Y mientras menos digas eso, más liberas creencias que te están obstaculizando, y más permites a tu ahora ser el receptáculo de tanto más que mereces.

—Muchos años atrás, hace 25 aproximadamente, tuve una pelea con mi novio entonces, mi marido ahora. Era enero… Año nuevo…

—Irrelevante, irrelevante.

—Bueno, me fui a la cama enojada, me levanté en la mañana, me subí en el carro y me fui a una de mis ciudades favoritas.   Me estacioné en un parqueo, era un domingo en la mañana, estaba de frente a un bosque orientada hacia el este, porque el sol estaba filtrándose por el cristal en mi carro. Recliné mi cabeza y cerré mis ojos, más o menos pensando sobre los eventos de la noche anterior. Lo siguiente que supe es, estaba más o menos en un estado de meditación, y nunca antes había pasado a algo así porque había meditado antes. Y más o menos entré a esta experiencia de fuera del cuerpo, donde yo estaba por encima de mi cuerpo viéndome a mí misma abajo. Viéndome a mi misma en el carro diciendo pobrecita, esta cosa tan mala que ha pasado y aquí está tratando de resolverlo. Mientras tanto yo estaba arriba en esa luz blanca, sintiéndome gloriosa, ¡sintiéndome gloriosa! Sentí un jalón, sé que suena como una cosa como casi muerte, sé que eso no fue lo que pasó pero suena como lo que otra gente cuenta como esa luz blanca que les está llamando. Y aquí estoy yo en esa luz blanca, esa soy yo y esta soy yo. ¿Y quién es quién? Y ésta se siente mucho mejor, pero mi vida es esa allá abajo, debo regresar a mi vida, y volví y me desperté. Esto es lo que no entiendo, por tres días seguidos no había más que energía pura positiva. Era la Fuente, era Dios, no lo sé, pero anduve en esta burbuja de perfección.

Regresé a casa y la pelea que existía con mi esposo, ¿cuál pelea? Tenía cero relevancia. Me fui a trabajar en el mundo corporativo. Todo era perfecto. Fluía maravillosamente. Era el vórtice en esteroides.