El proceso productivo cerámico, tras las primeras etapas ligadas al conformado de la baldosa y las posteriores a lo largo de la línea de esmaltado, contempla en la mayoría de los casos la aplicación de granillas o esmaltes de protección final, que en algunos casos pueden alcanzar cantidades y por tanto espesores considerables.
Esta aplicación, si no se respetan los parámetros correctos del proceso, puede dar lugar a diversos tipos de problemas que pueden comprometer la superficie cerámica tanto desde el punto de vista estético como técnico.
Entre los diversos defectos posibles, la aparición de pequeños orificios o pinchados superficiales -localizados o distribuidos uniformemente en la superficie- es sin duda el más frecuente.
El problema, visible ya en la fase de aplicación y que a menudo persiste incluso después de la cocción, puede tener causas diferentes y heterogéneas.
¿Cuáles son las principales y qué hay que saber para poder afrontarlo y prevenirlo?