Corpusunum

Pobres En Espiritu


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Uno de los peligros de ser bienaventurados, es que lleguemos a pensar que nuestras acciones ameriten la bendición de Dios.Apocalipsis 3:14-19 dice, “Y escribe al ángel de la iglesia en Laodicea: He aquí el Amén, el testigo fiel y verdadero, el principio de la creación de Dios, dice esto: Yo conozco tus obras, que ni eres frío ni caliente. ¡Ojalá fueses frío o caliente! Pero por cuanto eres tibio, y no frío ni caliente, te vomitaré de mi boca. Porque tú dices: Yo soy rico, y me he enriquecido, y de ninguna cosa tengo necesidad; y no sabes que tú eres un desventurado, miserable, pobre, ciego y desnudo. Por tanto, yo te aconsejo que de mí compres oro refinado en fuego, para que seas rico, y vestiduras blancas para vestirte, y que no se descubra la vergüenza de tu desnudez; y unge tus ojos con colirio, para que veas. Yo reprendo y castigo a todos los que amo; sé, pues, celoso, y arrepiéntete.”Sin Dios no podemos hacer absolutamente nada. Dios había bendecido a la Iglesia de Laodicea, por su obediencia, pero con el tiempo todo eso cambió. Laodicea hizo a un lado a Dios, confiando en sus propios esfuerzos. Decía ser rica, sin necesidad de nada. Dios le dijo que era “desventurada, miserable, pobre, ciega y desnuda”. ¿Qué pasó? Laodicea se enorgulleció. El pobre en espíritu reconoce que no importa cuántos bienes materiales tengamos, cuán bonito sea nuestro templo, y cuántos aparatos electrónicos tengamos, si no tenemos el poder y la presencia de Dios, no vamos a ningún lado.La mediocridad no es aceptable. Según Laodicea, ella tenía todo lo que necesitaba. Esa comodidad la llevó a olvidarse de Dios y de las demás personas. Esa comodidad la llevó a servicio mediocre, ya que era para uno mismo. Ya no se trataba de la voluntad de Dios y lo que Él decía, sino de lo que ella quería. Y como ya no se iba a esforzar, pues, lo poco que hacía era mediocre. El pobre en espíritu sabe que su mejor no es digno de Dios, mucho menos que le ofreciera algo mediocre. Busca a Dios, y le pide que lo use como un instrumento, sabiendo que lo único aceptable, es lo que Dios hace através de él. Sabe que si va a ser instrumento para Dios, no puede ser a medias. Es todo o nada. La reprensión es saludable. Debido al orgullo, a ninguno nos gusta la reprensión. Seguramente, a Laodicea, no le gustó que Dios hiciera a un lado su hermoso templo y comodidades, para decirle que estaba miserable, pobre, ciega y desnuda. Yo sé que a mí no me gusta cuando me reprenden. Pero, si nadie nos reprende, diciéndonos la verdad, no cambiamos. Seguramente, Dios le había hablado anteriormente con ternura. Más no quizo entender y continuó con su práctica religiosa, equivocada, alejándose más de Él y de Su santa voluntad. La reprensión nunca es más severa que la consecuencia de nuestro pecado. El humilde de espíritu sabe esto, y la recibe, reconociendo su valor. Los pobres en espíritu son bienaventurados. Lo triste, es que podemos entrar a la batalla espiritual siendo pobres en espíritu, y después de unas cuantas victorias, dejar de serlo, creyéndonos alguien. Tal es el caso de muchas Iglesias hoy día, y el CDV no es exento a ello. Pastores, misioneros, líderes, oficiales Intino, instructores Club Infantil, hermanos, luchemos por recordar siempre, quién es Dios, y quienes somos nosotros. No sea que nos creamos ricos, sin necesidad de nada, y andemos desventurados, miserables, pobres, ciegos y desnudos.
POBRES EN ESPÍRITULun 20...Santiago 4:6Mar 21...Lucas 5:31Mié 22...Mateo 5:3Jue 23...Salmos 51:17Vie 24...Apocalipsis 3:17
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