Una vez más las redes sociales parecen ser las aliadas perfectas para popularizar la ideología de atacantes y de discursos de odio. El ataque a mezquitas en Nueva Zelanda fue pensado para que se hiciera viral de una u otra manera en redes, también para obligar al algoritmo a mostrar más contenido con discursos de supremacía blanca. Pero, ¿yo soy culpable también por ver o compartir estos contenidos?