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Miedo, tensión, subidón de adrenalina y un suspiro profundo de tranquilidad tras el gran susto, son algunas de las emociones que experimentamos cada vez que nos acercamos a la gran pantalla para disfrutar de una película de terror. Un género que presenta tanto amantes como detractores que no entienden que una persona pueda pasar un buen rato conteniendo la respiración y agarrándose a su acompañante durante 120 minutos.
Dentro del cine de miedo encontramos desde el suspense de Hitchcock, a las adaptaciones de Stephen King o el viaje por el mundo paranormal de Expediente Warren. Cada una, a través de sus guiones, nos trasladan a una montaña rusa emocional en la que terminamos por cerrar los ojos, gritar o reír por el susto sufrido con un simple portazo o el crujir de una ventana. Emociones que experimentados porque terminamos proyectándonos en la propia película, como si fuéramos un protagonista más de la cinta. Por ese motivo es normal que, para muchas personas, sea ...
Miedo, tensión, subidón de adrenalina y un suspiro profundo de tranquilidad tras el gran susto, son algunas de las emociones que experimentamos cada vez que nos acercamos a la gran pantalla para disfrutar de una película de terror. Un género que presenta tanto amantes como detractores que no entienden que una persona pueda pasar un buen rato conteniendo la respiración y agarrándose a su acompañante durante 120 minutos.
Dentro del cine de miedo encontramos desde el suspense de Hitchcock, a las adaptaciones de Stephen King o el viaje por el mundo paranormal de Expediente Warren. Cada una, a través de sus guiones, nos trasladan a una montaña rusa emocional en la que terminamos por cerrar los ojos, gritar o reír por el susto sufrido con un simple portazo o el crujir de una ventana. Emociones que experimentados porque terminamos proyectándonos en la propia película, como si fuéramos un protagonista más de la cinta. Por ese motivo es normal que, para muchas personas, sea ...