El sistema de nuestra sociedad nos ha enseñado que para recibir algo es necesario ganártelo, de modo que, nos resulta muy difícil comprender que Dios nos regaló todo por su gracia.
Constantemente estamos tratando de conseguir el favor de Dios y muchas veces incluso le reclamamos como si mereciéramos un pago por nuestras buenas acciones.
¡Cuanto necesitamos aprender a descansar en su gracia!