El Señor no viene buscando una iglesia llena de dones, sino una iglesia llena de frutos de justicia. Cuando hablamos de frutos hablamos de madurez, del creyente espiritual, es el que puede asumir responsabilidades y puede servir al Señor con amor.
El Señor no viene buscando una iglesia llena de dones, sino una iglesia llena de frutos de justicia. Cuando hablamos de frutos hablamos de madurez, del creyente espiritual, es el que puede asumir responsabilidades y puede servir al Señor con amor.