Nuestro cuerpo mental debería ser el cáliz para la receptividad de las ideas divinas; sin embargo, por nuestras creaciones, ya sean inculcadas, creadas o imitadas, le hemos bloqueado el paso a dichas ideas y lo hemos nutrido de hechos y situaciones externas convirtiéndolo en un depósito de pensamientos y sentimientos creados por otros.
Libro: Sendero de Luz.