Nuestras batallas nos transforman y nos fortalecen cuando las enfrentamos sirviendo a los demás. Crecemos al poner nuestras fuerzas al servicio de los demás, reflejando el amor y la humildad de Cristo.

Nuestras batallas se vuelven más ligeras al conocer a Jesús, quien nos da la fuerza para superarlas. Al caminar con Él, descubrimos que no estamos solos en la lucha.

Enfrentar nuestras batallas con fe y determinación es clave para salir victoriosos. Cada desafío nos enseña a ganar no solo con fuerza, sino con sabiduría y perseverancia.

Cada desafío que enfrentamos fortalece nuestra fe y enciende la pasión divina en nuestro corazón. Nuestras batallas no son solo luchas, sino oportunidades para que el fuego del don de Dios crezca en nosotros.

para una herencia incorruptible, incontaminada e inmarcesible, reservada en los cielos para vosotros

La lengua tiene que ser utilizada para bendecir y no para maldecir, comeremos de sus frutos si hacemos una u otra cosa

Cristo nos liberó de la Ley, ahora estamos bajo la gracia de Dios

No mires tu pasado enfócate en el futuro que Dios tiene para ti

La humildad es uno de los frutos del Espíritu Santo

Muchos han dejado de amar a la novia de Cristo, que es la Iglesia.