Hay promesas que no son solo para nosotros, sino para nuestras generaciones.

Este episodio nace desde una convicción profunda: alguien en la familia tiene que marcar un antes y un después.

Quizás tú fuiste elegido por Dios para ser ese Abraham: el primero en creer, en perdonar, en romper ciclos, en edificar una nueva historia.

No se trata de dónde vienes, sino de hacia dónde estás dispuesto a ir.

Escucha esta palabra, hazla tuya y proclámala sobre tu casa, tus hijos y los hijos de tus hijos.

Todo lo que Dios ha dicho sobre tu familia, se cumplirá.