En el tablero geopolítico europeo, Polonia ha adquirido una importancia estratégica creciente, especialmente desde la invasión rusa a Ucrania en 2022. Situada en el flanco oriental de la OTAN, este país se ha convertido en un punto clave para la defensa colectiva de la Alianza Atlántica frente a posibles amenazas del este.
Polonia comparte frontera con Ucrania, Bielorrusia y el enclave ruso de Kaliningrado, lo que la posiciona como un bastión fundamental ante cualquier escalada regional. No es casualidad que Estados Unidos haya reforzado su presencia militar en territorio polaco, ni que Varsovia haya incrementado su gasto en defensa hasta superar el 4% del PIB, uno de los más altos de la OTAN.
Este papel no solo es militar. Polonia es también un corredor logístico crucial para el envío de ayuda a Ucrania, y su estabilidad política y económica la convierten en un pilar del este europeo. A futuro, su rol podría ampliarse aún más, como puente entre Europa occidental y las democracias emergentes del este.
Hablar de Polonia hoy es hablar de seguridad, resiliencia y compromiso. Su ubicación geográfica y su activa participación en la OTAN la consolidan como un actor imprescindible en el equilibrio estratégico europeo.