
Sign up to save your podcasts
Or
"La humanidad inicia el año 2021 con esperanza y optimismo. Hay razones para ello. El solo hecho de anticipar el fin de la pandemia e imaginar un lento pero seguro retorno del flujo normal de la vida y la economía, justifica la emoción positiva con que se recibe el año en todo el mundo.
Sin embargo, el 2020 dejará su impronta por largo tiempo. Sabemos que algo muy profundo cambió y cambió para siempre. Aunque los escépticos de siempre dirán que todo seguirá más o menos igual, que no aprendimos la lección y que las grandes pérdidas humanas y económicas habrán sido en vano.
Pero lo cierto es que las sociedades humanas no funcionan así. No existe un botón de retorno capaz de regresarnos a la vida anterior, pensando que la memoria sólo existe para registrar recuerdos y que tiene un impacto mínimo en la configuración del futuro.
Somos seres históricos y como tales cada experiencia importa. Cada experiencia va generando cambios que, aunque son imperceptibles a simple vista y de forma inmediata, marcan el futuro a mediano y largo plazo.
Pensemos en el 11 de septiembre de 2001 -el ataque a las torres gemelas de NY- y en cómo ese evento cambió aspectos relevantes del mundo. Sin embargo, en la experiencia cotidiana, a todos nos pareció que “volvimos a la normalidad” al cabo de unas pocas semanas o meses.
Sabemos que cada acontecimiento produce cambios en la configuración de los mundos que habitamos. Algunos de ellos son pequeños, otros son tan grandes que son capaces de inaugurar una nueva era. El covid-19 sin duda, será uno de estos últimos.
En esencia estos cambios se presentan como apertura y/o cierre de posibilidades. Esto significa que acciones que antes no eran posibles, comenzarán a aparecer lógicas y razonables en el nuevo contexto. Y por el contrario cosas que antes eran vistas como “normales e incuestionables” comenzarán a volverse obsoletas rápidamente.
Uno de los cambios que prevalecerá después de la pandemia será el papel vital que las tecnologías digitales jugarán en nuestras vidas cotidianas: en la economía y en las empresas.
Desde marzo pasado y en cuestión de semanas, empresas, escuelas, bancos y seguros, agencias del gobierno, el comercio minorista, los pagos, los servicios de atención médica e incluso las instituciones públicas como el sistema de las Naciones Unidas se conectaron para operar en línea a un ritmo, alcance y profundidad inimaginables hasta ese momento.
Evidentemente, el mundo digital no ha sido un paraíso perfecto. Lamentablemente, la mitad del mundo todavía carece de acceso a Internet y muchas actividades de dudosa ética proliferaron, mostrando el lado oscuro de la revolución tecnológica. Sin embargo, hay muchas razones para mantener el optimismo en la revolución digital.
La aceleración que recibió el proceso de transformación digital del mundo durante el 2020 es un hecho relevante. Esta aceleración se mantendrá como tendencia irreversible durante toda la década que recién comienza..." - Equipo de dirección de la Academia N,
"La humanidad inicia el año 2021 con esperanza y optimismo. Hay razones para ello. El solo hecho de anticipar el fin de la pandemia e imaginar un lento pero seguro retorno del flujo normal de la vida y la economía, justifica la emoción positiva con que se recibe el año en todo el mundo.
Sin embargo, el 2020 dejará su impronta por largo tiempo. Sabemos que algo muy profundo cambió y cambió para siempre. Aunque los escépticos de siempre dirán que todo seguirá más o menos igual, que no aprendimos la lección y que las grandes pérdidas humanas y económicas habrán sido en vano.
Pero lo cierto es que las sociedades humanas no funcionan así. No existe un botón de retorno capaz de regresarnos a la vida anterior, pensando que la memoria sólo existe para registrar recuerdos y que tiene un impacto mínimo en la configuración del futuro.
Somos seres históricos y como tales cada experiencia importa. Cada experiencia va generando cambios que, aunque son imperceptibles a simple vista y de forma inmediata, marcan el futuro a mediano y largo plazo.
Pensemos en el 11 de septiembre de 2001 -el ataque a las torres gemelas de NY- y en cómo ese evento cambió aspectos relevantes del mundo. Sin embargo, en la experiencia cotidiana, a todos nos pareció que “volvimos a la normalidad” al cabo de unas pocas semanas o meses.
Sabemos que cada acontecimiento produce cambios en la configuración de los mundos que habitamos. Algunos de ellos son pequeños, otros son tan grandes que son capaces de inaugurar una nueva era. El covid-19 sin duda, será uno de estos últimos.
En esencia estos cambios se presentan como apertura y/o cierre de posibilidades. Esto significa que acciones que antes no eran posibles, comenzarán a aparecer lógicas y razonables en el nuevo contexto. Y por el contrario cosas que antes eran vistas como “normales e incuestionables” comenzarán a volverse obsoletas rápidamente.
Uno de los cambios que prevalecerá después de la pandemia será el papel vital que las tecnologías digitales jugarán en nuestras vidas cotidianas: en la economía y en las empresas.
Desde marzo pasado y en cuestión de semanas, empresas, escuelas, bancos y seguros, agencias del gobierno, el comercio minorista, los pagos, los servicios de atención médica e incluso las instituciones públicas como el sistema de las Naciones Unidas se conectaron para operar en línea a un ritmo, alcance y profundidad inimaginables hasta ese momento.
Evidentemente, el mundo digital no ha sido un paraíso perfecto. Lamentablemente, la mitad del mundo todavía carece de acceso a Internet y muchas actividades de dudosa ética proliferaron, mostrando el lado oscuro de la revolución tecnológica. Sin embargo, hay muchas razones para mantener el optimismo en la revolución digital.
La aceleración que recibió el proceso de transformación digital del mundo durante el 2020 es un hecho relevante. Esta aceleración se mantendrá como tendencia irreversible durante toda la década que recién comienza..." - Equipo de dirección de la Academia N,