Yo era un hombre común y corriente, como todos los demás.

Siempre me imaginé que podías ver algo más allá.

Las cartas estaban en la mesa, y solo quedaban los dos contendores más fuertes. Uno de estos era yo, el otro era difícil de saberlo porque mucho misterio le circundaba.

Blanca noche de augurios de mariposas del mal, que trae la inmundicia y la pone en el mundo a rodar.

Era su cumpleaños número 30, que para algunos como él, consideraban era la mitad de la vida. Y le había llegado claro y contundente: la vida es una degenerada.

Era difícil determinar qué era lo que estaba allí. Desde lo lejos el intentaba verlo pero sus ojos no lograban la precisión suficiente para distinguir aquello.

El mundo era un gran escenario de mentiras y verdades.  Todas tenían como raíz la misma especie, sin embargo existían diferentes razas, por ejemplo estaba la mentira blanca.

Hace mucho tiempo aquel hombre había recibido un libro que su madre había dejado abierto. No tenía nada de especial.