EL PLAN DE UN DÍA Al despertar pensemos en las veinticuatro horas que tenemos por delante. Consideremos nuestros planes para el día. Antes de empezar, le pedimos a Dios que dirija nuestro pensamiento, pidiendo especialmente que esté libre de autoconmiseración, y de motivos falsos y egoístas. ALCOHÓLICOS ANÓNIMOS, p. 86 Todos los días le pido a Dios que encienda en mí el fuego de su amor, para que ese amor brillante y claro, ilumine mi pensamiento y me permita cumplir mejor con Su voluntad. Durante todo el día, según dejo que las circunstancias externas me desanimen, le pido a Dios que grabe en mi mente la conciencia de que puedo volver a empezar el día cuando desee; cien veces si es necesario.