Lucas 6:31

   31 Y como queréis que hagan los hombres con vosotros, así también haced vosotros con ellos.

 

Solo hay un Dios y no somos Él. Todos hemos sido creados para honra y gloria de Dios. Ninguno hemos sido creados para tomar Su lugar, o para recibir la honra y gloria que le pertenecen. El tener un concepto más alto que el que debiéramos tener de nosotros mismos, es cometer un grave error. Tal cosa nos llevará  a tratar a Dios y a las demás personas de una manera incorrecta, cosa que solo traerá dolor a nuestra vida.

   ¿Cómo debemos tratar a los demás? La respuesta es fácil. Así como nos gustaría ser tratado, así debemos tratar.

 

La bendición de este principio no proviene del hombre, sino de Dios. No cabe duda que hay quienes se aprovecharán de nuestra nobleza. Nosotros los trataremos bien, y ellos nos seguirán tratando como basura. Sin embargo, lo que debemos comprender es que nuestra obediencia a este principio no viene para complacer al hombre, sino a Dios. Somos obedientes a este principio, porque Dios lo pide, no importa lo que haga el hombre. Entendemos completamente bien que el hombre se aprovechará. Está en su naturaleza hacerlo. Pero, también sabemos que Dios es fiel a Su Palabra y que hay bendiciones especiales para quienes le obedecen. Es por eso, que somos fieles a la regla de oro.

 

El propósito de la regla de oro. El propósito de este principio es honrar a Dios. No tiene absolutamente nada que ver con la manera en que nos tratan los demás. No es asunto de que las demás personas nos van a tratar bien porque tú y yo los tratamos bien. ¡Qué ridículo! La naturaleza del hombre natural es satisfacerse a sí mismo. Se aprovechará de nosotros cada vez que se le presenta la oportunidad. ¿Entonces?

   Este principio tiene que ver con la conducta que Dios quiere que nosotros mostremos. O sea, aparte de lo que hagan los demás, nosotros debemos tratarlos como quisiéramos ser tratados. ¡Punto! El fin es agradar a Dios. El fin es honrar a Dios. No tiene nada que ver con la manera en que nos van a tratar.

 

CONCLUSIÓN: Si la “regla de oro” no es evidente en nuestra Iglesia, vamos mal. Entre más evidente sea este principio, más madurez mostrará nuestra congregación. Dios usa a personas quienes viven de acuerdo a esta regla. Él sabe que la persona que obedece este principio lo hace porque viene de Él y porque desea agradarle. Sabe que están dispuestos a poner a un lado su orgullo con el fin de ser usados por Él. Sabe que desea que Su voluntad se lleve a cabo en su vida.

   La próxima vez que sentimos que alguien se está aprovechando de nosotros, abusando el hecho de que hemos sido buenos, no permitamos que el enemigo nos robe la bendición, haciéndonos ignorar este principio bíblico. Nuestra actitud debe ser una de “Yo estoy aquí para servir a mi Dios, cueste lo que cueste, no importa lo que hagan los demás.”

 

¡Corpus Unum!

CUADERNO ESPIRITUAL: La Regla De Oro

Lun 16...Mateo 5:44

Mar 17...1 Tesalonicenses 5:15

Mié 18...Lucas 6:31

Jue 19...Lucas 23:34

Vie 20...Lucas 6:33