Muchas veces desviamos nuestra mirada de Dios hacia las circunstancias, lo q nos hace desenfocarnos y cavar cisternas que no retienen el agua, lo primero es volver en sí para restaurar nuestra relación con Dios, ser humildes para aceptar nuestros desvíos y renunciar a todo aquello que nos roba la bendición de su presencia