Tal vez pensamos que escuchar es algo automático que podemos fácilmente dominar, o que al crecer lo vamos desarrollando, así como abro los ojos y veo, abro la boca y hablo, pues así mismo escucho. Pero cada uno de nuestros sentidos se necesitan saber utilizar, nuestro Dios nos enseña a utilizarlos correctamente para sacar provecho a todo lo que entra en ellos. Si nos cuesta trabajo escuchar a las personas que hablan el mismo idioma que nosotros, también escuchar a nuestro Dios requiere de esfuerzo y dedicación.