Hay sabores que no solo se prueban, se recuerdan.
Esa vez que comiste frente al mar, ese día quete enteraste que los desayunos del pueblo saben a gloria o cuando te mudaste de ciudad y sigues sin poder olvidar el lugar al que ibas a comprar todos los días.

En este episodio de Recetas del Alma, exploramos juntos cómo la comida puede ser un vehículo del tiempo y la emoción.
Lo que parece nostalgia es, en realidad, ciencia y alma en sinfonía.

Estudios como Olfactory Memory Networks y The Role of Odor-Evoked Memory demuestran que los recuerdos ligados a un olor o un sabor son más vívidos, más emocionales y más duraderos que los visuales o verbales.

Entre recuerdos, viajes y sensaciones, los invito a redescubrir el poder de los sabores que nos construyen:
Y como Anton Ego en Ratatouille, ese crítico que con un solo bocado volvió a ser niño frente a su madre, entenderemos que un sabor no solo evoca un recuerdo: revela quiénes fuimos y quiénes seguimos siendo.

Dejemos que un sabor nos lleve de vuelta a casa.

🧠 Fuentes de referencia:

1. Van Campen, C. (2014). The Proust Effect: The Senses as Doorways to Lost Memories. Oxford University Press.

2. Herz, R. S., & Engen, T. (1996). Odor Memory: Review and Analysis. Psychonomic Bulletin & Review.

3. Larsson, M., & Willander, J. (2009). Autobiographical Odor Memory. Annals of the NY Academy of Sciences.

4. The Journal of Neuroscience (2018). Respiration Modulates Olfactory Memory Consolidation in Humans.

5. Frontiers in Neuroscience (2023). Overnight Olfactory Enrichment Improves Cognitive Ability.