La propuesta de política alienta al gobierno de Hong Kong a emitir su propia moneda estable, HKDG, respaldada por sus reservas de divisas, para competir con las monedas estables existentes como USDT y USDC. Los autores argumentan que una moneda estable respaldada por el gobierno mejoraría la inclusión financiera, la eficiencia de las transacciones y las capacidades de tecnología financiera al tiempo que desafía el dominio del dólar estadounidense en el ecosistema criptográfico. Reconocen los riesgos potenciales, pero creen que la regulación gubernamental y la tecnología blockchain pueden mitigarlos. La propuesta se alinea con el objetivo de Hong Kong de convertirse en un centro global para la criptoindustria y capitalizar sus importantes reservas de divisas.

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