Vale más pasar un día en tus atrios que mil fuera de ellos; prefiero cuidar la entrada de la casa de mi Dios que habitar entre los impíos”. —Salmos 84:10
Salmo 84 no es una canción de triunfo o regocijo; es un grito de desesperación. El salmista anhela estar en Jerusalén, adorando en el templo, en la presencia del pueblo de Dios. Él escribió, "Anhelo con el alma los atrios del Señor.