En el pueblo estadounidense de West Ham, decenas de familias se enfrentan a un extraño olor. Parecía que lo habían solucionado, pero el problema ha vuelto a aparecer, y justamente la misma semana que los adolescentes se marchan de campamento. Sin embargo, unas horas después de haber subido a los autobuses, el grupo está de vuelta sin más explicaciones, pero no hay nadie esperándolos. De hecho, no hay absolutamente nadie: el pueblo está desierto, el olor ha desaparecido y donde antes había carreteras al exterior ahora hay un bosque infinito que ejerce de frontera infranqueable. 200 adolescentes solos, habitando una ciudad.