Recordemos el proceso de sanidad emocional (los pasos a seguir) que vimos la sesión pasada:
Acudir en oración a Dios para descargar nuestros dolores emocionales específicos
Recibir consolación de Dios (recordando que Dios siempre ha estado a tu lado)
Otorgar un perdón incondicional a quién nos haya ocasionado dolor
Recibir la perspectiva de Dios de la situación que te ocasiono el dolor (Dios te confirma que aquello será usado para tu bien)
Veamos cuál fue el modelo que Jesús utilizó cuando atravesó por el momento más crítico de su ministerio terrenal. ¿Qué hizo Jesús cuando estaba en el clímax del sufrimiento, en sus últimas horas?, aquí recordemos que Él sufría físicamente y emocionalmente toda clase de abusos y castigos, sin embargo, uno de sus mayores dolores era saber que “como hombre” iba a sufrir la separación momentánea de nuestro Padre Celestial, iba a perder su comunión con Dios, esto sucedió al cargar Él con nuestros pecados, sabemos que ésta separación se tuvo que dar para satisfacer la justicia de Dios.
Después fue resucitado por el poder de Dios, nuestro Padre le devolvió Su gloria y está sentado a la derecha del Padre. De esta manera, Jesús vino a pagar por nosotros, Él sabía que ese era su propósito, sin embargo, también sabía lo que esto significaba y eso le dolía.
Vamos entender con más detalle la actitud de Jesús y sus reacciones mientras se enfrentaba a una serie interminable de dolores.
Pedía que Dios lo librara de esa dificultad
“Padre, si quieres, pasa de mi esta copa… y estando en agonía, oraba más intensamente y su sudor como grandes gotas de sangre que caían hasta la tierra” “y se le apareció un ángel del cielo para fortalecerle” (Lc.22:44)
Vendido y traicionado a los que lo querían matar (Lc.22:1-6)
Negado por sus seguidores (Lc.22:34)
Abandonado por los suyos (Mr.14:50)
Acusado en falso (Mr.14:56,57)
Juicio injusto (Mr.15:14-15)
Condenado a una muerte infame (Lc.23:33)
Injuriado, Burlado (Mr.15:29-32)
El pueblo al que sano, lo condenó, pero no nunca se auto-compadeció, sino que siempre pensaba en los demás.
En su momento más crítico tuvo compasión por la gente:
En el camino al lugar de su crucifixión vemos esto. “Y llevándole, tomaron a cierto Simón de Cirene, que venía del campo, y le pusieron encima la cruz para que la llevase tras Jesús. Y le seguía gran multitud del pueblo, y de mujeres que lloraban y hacían lamentación por él. Pero Jesús, vuelto hacia ellas, les dijo: Hijas de Jerusalén, no lloréis por mí, sino llorad por vosotras mismas y por vuestros hijos. Porque he aquí vendrán días en que dirán: Bienaventuradas las estériles, y los vientres que no concibieron, y los pechos que no criaron. Entonces comenzarán a decir a los montes: Caed sobre nosotros; y a los collados: Cubridnos. Porque si en el árbol verde hacen estas cosas, ¿en el seco, qué no se hará? (Lc.23:31)
Perdonó a sus verdugos y detractores. En medio del sufrimiento seguía pensando en los demás y hasta los perdonaba, cabe destacar, que nadie le estaba pidiendo perdón, sino que Él lo otorgaba incondicionalmente.
Y cuando llegaron al lugar llamado de la Calavera, le crucificaron allí, y a los malhechores, uno a la derecha y otro a la izquierda. Y Jesús decía: Padre, perdónalos, porque no saben lo que hacen. Y repartieron entre sí sus vestidos, echando suertes. (Lc.23:33-34)
¿Qué pasaba por la mente de Jesús en esos momentos?
¿Sabías que hay un Salmo que profetizaba y describe lo que Jesús iba a sentir y a expresar mientras pasaba por el trance de la crucifixión? En el (Sal.22) vemos cómo Jesús lidiaba con el dolor que estaba atravesando, es decir, vemos el manejo y tratamiento del dolor.
Veamos los versículos donde Jesús descargaba su dolor
Dios mío Dios mío ¿porque me has desamparado?… (v.1) Estas son palabras muy fuertes viniendo de Jesús
Clamo de día y no me respondes y de noche … (v.2)
Pero yo soy gusano… (v.6)
..se ríen de mí… (v.7, 8)
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