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El deporte se nutre de la historia evolutiva de nuestra especie, en la que los conflictos entre individuos y grupos han sido una constante durante millones de años. Los estudiosos de la evolución humana han propuesto la llamada “hipótesis del guerrero” que viene a decir que el éxito en los conflictos ha obligado a incrementar la cooperación entre machos genéticamente poco relacionados entre sí, es decir, pertenecientes a diferentes familias (los guerreros). Ahora, dos investigadores de la Universidad de Harvard han estudiado la veracidad de esta hipótesis observando cómo dos oponentes, ambos hombres o mujeres, en diferentes disciplinas deportivas, resuelven el conflicto creado por la confrontación en el deporte. El resultado ha sido sorprendente, los hombres dedican significativamente más tiempo que las mujeres a interaccionar amistosamente con sus oponentes tras las confrontaciones deportivas. Más información en http://cienciaEs.com
El deporte se nutre de la historia evolutiva de nuestra especie, en la que los conflictos entre individuos y grupos han sido una constante durante millones de años. Los estudiosos de la evolución humana han propuesto la llamada “hipótesis del guerrero” que viene a decir que el éxito en los conflictos ha obligado a incrementar la cooperación entre machos genéticamente poco relacionados entre sí, es decir, pertenecientes a diferentes familias (los guerreros). Ahora, dos investigadores de la Universidad de Harvard han estudiado la veracidad de esta hipótesis observando cómo dos oponentes, ambos hombres o mujeres, en diferentes disciplinas deportivas, resuelven el conflicto creado por la confrontación en el deporte. El resultado ha sido sorprendente, los hombres dedican significativamente más tiempo que las mujeres a interaccionar amistosamente con sus oponentes tras las confrontaciones deportivas. Más información en http://cienciaEs.com