La corrupción en Panamá ha alcanzado niveles alarmantes, compitiendo con el desempleo como principal preocupación. Veinte proyectos anticorrupción están estancados en la Asamblea Nacional, aumentando la frustración ciudadana y debilitando la confianza en las instituciones. La inacción legislativa erosiona la cohesión social y la estabilidad, destacando la urgencia de reformas efectivas.