Pasados los 35 se siente uno más cerca al cuarto piso; te empiezan a gustar más los, las, les mayores, haces locuras como casarte, y pierdes todo el miedo a hacer el ridículo. Usas palabras como "la Netflix, perro, perra, buchona, bichota o al chilaquildren", mientras aconsejas a los menores comenzar a ahorrar para la vejez y usar cremitas antiarrugas. Todo bajo el yugo de entre la experiencia y juventuuuud.