“Prometo tratar de honrar a Dios, ser fiel a Su iglesia, obedecer Su Palabra y hacer Su voluntad”
Los hombres amamos la gloria. Nos encanta esa sensación de logro, de ser los primeros, del éxito en nuestras vidas, nos gusta ser reconocidos por algo que sabemos hacer bien. Lo malo es que a veces deseamos la gloria para nosotros mismos.
La manera más segura de obtener el reconocimiento de Dios es trabajar con humildad y sin egoísmos, actuar con fidelidad y responsabilidad. Jesús dijo que perdemos toda la recompensa de parte de Dios si hacemos las cosas solo para hacernos notar o con la motivación incorrecta. (Mateo.6:1-2)
“1 »¡Tengan cuidado! No hagan sus buenas acciones en público para que los demás los admiren, porque perderán la recompensa de su Padre, que está en el cielo. 2 Cuando le des a alguien que pasa necesidad, no hagas lo que hacen los hipócritas que tocan la trompeta en las sinagogas y en las calles para llamar la atención a sus actos de caridad. Les digo la verdad, no recibirán otra recompensa más que esa.”
Cada vez que alardeamos o presumimos o andamos en busca de reconocimiento de las personas lo que hacemos es deshonrarnos, olvidando que La Palabra de Dios nos dice claramente que “no debemos alabarnos nosotros mismos” (Proverbios.27:2) RVC
(Mateo.22:37) Cuando profesamos “amar a Dios sobre todas las cosas” debemos entender que ese concepto nos incluye a nosotros mismos, así que siempre deberíamos tender a honrarlo a Él antes que a nosotros mismos.
Dios dice que si deseamos vanagloriarnos debemos hacerlo por el hecho de conocerlo más a Él. (Jeremías.9:23-24) El principal propósito que Dios nos da es “adorarlo sólo a Él para siempre”. (Jeremías.32:39) El centro de todo lo que hagamos debe ser Jesucristo mismo. (Apocalipsis.4:11)
No busquemos la aprobación humana cuando la que cuenta es la de Dios, Él es quién nos creó por su soberana voluntad. Cuando las cosas salen bien la actitud correcta es reflejar la gloria hacia Dios y agradecerle cualquier cosa buena que hayamos hecho, esta actitud nos mantiene humildes, agradecidos y mejor preparados para ser usados nuevamente por nuestro Padre Celestial.
Si tienes alguna duda al respecto, puedes hacerte las siguientes preguntas: ¿mi vida, trata de mí o de Él? ¿Revelo que he sido redimido y que actúo como un hombre nuevo en Cristo? Si nuestra sincera respuesta es sí, entonces podremos decir con libertad. “Tuyo es el reino, y el poder, y la gloria, por todos los siglos” (Mateo.6:13) RV1960
Para concluir la primera parte de la sesión diremos dos cosas: 1) que Dios obtiene el crédito por todo lo que hacemos porque “de Él, por Él y para Él son todas las cosas” (Romanos.11:36) y 2) debemos hacer todo para la gloria de Dios (1Corintios.10:31). Él es digno y lo merece todo.
“Prometo ser fiel a Su iglesia”
El plan de Dios nunca ha sido que recorras el caminar de tu vida espiritual solo. Cuando te conectas con Cristo, también te conectas espiritualmente con los miembros del cuerpo de Cristo. (Romanos.12:5) Estamos unidos para siempre y nos necesitamos mutuamente. Si Jesús es tu Señor entonces formas parte de una gran familia espiritual, o sea, la iglesia. Por lo tanto, es indispensable que seamos fieles a Su iglesia. Y para ser parte, primeramente debemos pertenecer.
Todos hemos sido o podemos ser hipócritas en una o más áreas de la vida. Dentro y fuera de la iglesia. Si ves que alguien asiste a la iglesia y actúa mal no permitas que su desobediencia sea la causante de tu desobediencia. Esta jamás será una excusa válida para no congregarte. (Hebreos.10:25) (Salmo.133)
Dentro de tu familia espiritual siempre encontrarás hermanos que piensan y creen como nosotros y esto será un gran apoyo en nuestro caminar cristiano. Rodearnos de personas piadosas nos ayudará a aprender de nuestros errores y a animarnos mutuamente cuando sea necesario.
Jesús llama esposa a Su iglesia. Su amada. Su cuerpo. Él siempre obra a través de la iglesia para cumplir Su propósito en el mundo. L[...]