“Prometo instruirlos para que honren a las autoridades y vivan responsablemente”
(Mt.28:19-20) NTV “Por lo tanto, vayan y hagan discípulos de todas las naciones, bautizándolos en el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo. 20 Enseñen a los nuevos discípulos a obedecer todos los mandatos que les he dado. Y tengan por seguro esto: que estoy con ustedes siempre, hasta el fin de los tiempos”.
Jesús nos mandó que hiciéramos discípulos de todos los pueblos y naciones. Es nuestro asombroso y privilegiado llamado de por vida. De modo que la evangelización mundial y la capacitación bíblica deberían tener lugar en las naciones, al otro lado de la calle y en la privacidad de nuestro hogar.
Si tomamos en cuenta la estadística de que un 80% de los niños de EE.UU. abandonan la fe de sus padres una vez que llegan a la etapa adulta, estaremos concluyendo que de los 50 millones de niños estadounidenses que hoy crecen en las iglesias del país vecino disminuirán a unos 7,000 niños en apenas diez generaciones. Este es el lamentable futuro de las familias cristianas de EE.UU. si no hay un cambio radical de liderazgo y dirección. Y esto puede ser aún más dramático en países como el nuestro sino nos ponemos a trabajar arduamente desde el seno de nuestras familias.
Sigamos con los números. Considera lo siguiente: Si tú y tu esposa tienen 2 hijos y los instruyen para vivir fieles a Cristo, y ambos a su vez tienen 2 hijos que también son fieles a Cristo, esas diez generaciones podrían producir 1,024 creyentes fieles sólo a partir de una sola familia. Este efecto sería multiplicador si el número de hijos discípulos fieles se incrementa por ejemplo a 4 en cada familia.
Esto es más que una lección de matemáticas. Es un importante recordatorio de que tu influencia, tanto buena como mala, perdura mucho más allá de los escasos años que pasan tus hijos bajo tu techo. Debes darte cuenta de que cuando instruyes a tus hijos estás instruyendo también a tus tataranietos.
Ahora en los siguientes minutos estaremos viendo que para comenzar a instruir a nuestros hijos de manera que estudien, aprendan, obedezcan y sigan la Palabra de Dios es indispensable enseñarles a temer al Señor. El amor, la verdad y el temor respetuoso van de la mano.
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El temor al Señor
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Dios es amor, pero también debemos temerle. (Sal.2:11) (Sal.33:8) (Prov.9:10) (Prov.14:27) El temor al Señor es un respeto santo y reverente hacia Dios que hace que lo tomemos con muchísima seriedad, sabiendo que es omnisciente, omnipotente y que tiene nuestra vida, nuestro universo, nuestro juicio y nuestro destino final en Sus manos. El temor al Señor es la base de la sabiduría, nos permite vivir con honor y nos ofrece larga y mejor vida.
Temer al Señor es estar seriamente consciente de Su asombrosa autoridad sobre nosotros y evita que andemos creyendo que podemos comportarnos y vivir como si no fuéramos a sufrir y padecer las consecuencias de nuestros actos.
Temer al Señor transforma nuestra manera de pensar. Es una bendición y una protección para nosotros. Nos hace cuidar lo que decimos y nos ayuda a tomar decisiones sabias sobre lo que hacemos cada día. (Prov.16:6) Salomón explica que con el temor del Señor nos apartamos del pecado.
Es importante que aprendamos que el temor al Señor impacta a las generaciones futuras. Esto lo vemos en el (Sal.112:1-2) “Cuán bienaventurado es el hombre que teme al Señor, que mucho se deleita en sus mandamientos. Poderosa en la tierra será su descendencia; la generación de los rectos será bendita”
Por esta razón debemos pedirle a Dios en oración que nos ayude a desarrollar un temor firme por Él en nuestra vida y en la de nuestros hijos. Enseñarles a temer al Señor los capacita para vivir con increíble sabiduría y éxito.
De esta manera si todos aprendemos a amar y temer a Dios esto nos conducirá a que cada uno de nosotros como hombres resueltos ayudemos a restaurar el valor del honor en nuestra sociedad.
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El honor
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Antes los hombres se estrechaban la mano e[...]