En el incesante mundo moderno, todo se mueve y lo hace demasiado rápido. Lo interesante aquí, es que muchas veces intentamos movernos tan rápido y tan coordinados como él, que perdemos la escencia de todo, y nos perdemos a nosotros mismos. En el intento de estar corriendo y persiguiendo a quién sabe qué tanto, mermamos la oportunidad de darle enfoque y paciencia a todas las cosas que realmente queremos hacer.